Somos el segundo país más cercano al Canal de Panamá, contamos con una posición estratégica relevante y envidiada por cualquiera, ¿Qué frena al Pacífico para ser la Singapur o la Vietnam o la Corea de Suramérica? En primer lugar, además de la corrupción y la desidia política promovida por clanes políticos que se creen dueños de los hospitales, las notarías y las alcaldías de los municipios, el conflicto armado y las crisis que afectan a la población; podemos concluir que la identidad pacifica se redujo a la identidad cultural, la cual es buena para recordarnos de donde somos y que tenemos, pero que queda somera si no le damos valor real a nuestra cultura, si no la arraigamos para trascenderla hacia un camino de prosperidad y progreso.
Por esta razón, las causas anteriores toman fuerza. Al no tener identidad más fuerte, terminamos adoptando la identidad de unos cuantos que se apropian de la fuerza nuestra y la transforman en riqueza para ellos y no para todos. No solo nuestro futuro y la esperanza de crecer está en riesgo, sino también la identidad que nos robó una clase social que quiere seguir atornillada copiando la lucha social y el esfuerzo de la masa popular con promesas a futuro y calderas llenas de leña verde para generar humo.
El Valle, el Cauca, el Chocó y el Nariño podrán ser el motor de Colombia, hay que unificar el esfuerzo, entender que la fuerza negra de nuestros pueblos, la fuerza indígena del sur, la pujanza de la gente del común y la visión mancomunada nos llevará hacia la construcción del Nuevo Pacífico, el que estará libre de los clanes y de la guerra, para iniciar el camino que le dé vida a quienes nunca la han tenido, para devolvérsela a quien la perdió y para mejorar la vida de las generaciones venideras.