Más allá de ver la victoria de Petro como una victoria popular, independientemente de lo que haga en su mandato, me es imposible dejar de pensar que, tras las jugadas de partidos políticos uniéndose al gobierno reciente, existe una maroma pensada en retomar o fortalecer regionalmente el poder administrado durante años.
Hasta la derecha se cansó de la política tradicional, por ello es que ya surgen personajes, figuras y hasta “caciques” con procesos de “renovación”, donde reclutan a líderes juveniles y a figuras de la lucha juvenil para armar una estructura con una fachada progresista o de cambio, pero que por dentro hiede a la misma estructura clientelista y politiquera que solo tiene un objetivo común, tanto en mi Palmira, como Cali, el Valle y todo el país: Seguir gobernando o volver a gobernar para acrecentar el imperio de los clanes políticos.
Ya salieron innovadores, desde planes a largo plazo a 2040, pasando por mostrarse como gente “coherente” con frases como “siempre estuvimos de ese lado correcto” creyendo que nos olvidamos de que fueron los primeros en aliarse con el Uribismo, hasta mostrando cierta dignidad moral, olvidándose de que muchos de ellos, gracias a nexos dudosos e ilegales y sobre todo, gobernaron para enriquecer las haciendas gigantes de los jeques políticos y empobreciendo a la población que sigue desamparada en el pacífico, con problemas en las periferias y una renovación falsa, porque tendrá los mismos cirqueros de siempre.
El festival de los disfraces patrocinado por la politiquería ya está lanzando su show “renovado” por un año, quitaron los leones y los elefantes para traer equilibristas y temerarios dispuestos a salvar la democracia, porque eso atrae a más gente. Si la función se queda otros cuatro años, volverán los elefantes blancos, la gente cansada del mismo
show y la refrenda de una historia que nunca se habrá aprendido.