El presidente Joe Biden ha hecho bien en solicitar al Congreso de Estados Unidos que renueve la declaración de emergencia nacional relacionada con Colombia, pues el narcotráfico en el país sigue siendo una amenaza para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos. Esta declaración se inició por primera vez en 1995 y, según Biden, la situación en Colombia no se ha resuelto en 28 años.
La cooperación entre Estados Unidos y Colombia es fundamental para combatir el flagelo del narcotráfico, que afecta tanto a los productores como a los consumidores de drogas ilícitas. La reciente donación de tres nuevos helicópteros Black Hawk UH60 de la Embajada de Estados Unidos a la Policía colombiana es un gesto de apoyo que debe ser valorado y aprovechado. Estos helicópteros no solo servirán para enfrentar a los grupos armados ilegales que se lucran del narcotráfico, sino también para proteger el medio ambiente de la deforestación causada por los cultivos ilícitos.
Estados Unidos ha invertido más de 60 millones de dólares en 123 proyectos junto con Colombia para abordar el problema del narcotráfico. Sin embargo, esta inversión no es suficiente si no se acompaña de una política integral que incluya la prevención, el tratamiento y la reducción del consumo de drogas en el territorio estadounidense. La crisis de salud pública que vive Estados Unidos debido al consumo de fentanilo y las muertes asociadas a esta sustancia es un ejemplo de la urgencia de esta tarea.
El presidente Biden tiene ante sí un desafío importante en materia de seguridad nacional y política exterior. Su próximo viaje a Israel y Jordania será una oportunidad para enfrentar las preocupaciones que su presencia podría generar en la región, particularmente en relación con Irán y la situación en Gaza. Su liderazgo será clave para enfrentar los problemas que aquejan a su país y al mundo.
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