Desde 1940 se está hablando de la
imperiosa necesidad de construir el metro para una ciudad que crece cada
segundo.
En ese año el alcalde Carlos Sanz
de Santamaría propuso el estudio para que la ciudad de ese entonces con apenas
400 mil habitantes tuviese un sistema de
metro, ante el costo se optó por el trolebús, sistema que ayudó en su momento, pero se vio colapsados dados los continuos descarrilamientos de los conectores
al cable eléctrico.
Para los años de comienzos del
siglo 21 Antanas Mockus y Enrique Peñalosa volvieron a poner el tema en la
discusión, pero se inclinaron por el sistema de transmilenio, de buses
articulados con estaciones fijas y otras mejoras que han servido, pero que ante
las inmensas necesidades y avalancha de usuarios se va quedando corta para la
capital que ahora ronda los 8 millones de personas.
En el gobierno de Petro como
alcalde avanzó en estudios para hacer la primera línea del metro de forma
subterránea, pero su sucesor Enrique Peñalosa se movió rápidamente a
desarrollar estudios para un metro aéreo y a final de su gobierno contrato el
inicio de las obras con un consorcio Chino.
Claudia López con sentido de
pragmatismo le dio continuidad a lo recibido dentro del concepto de construir
sobre lo construido.
El costo de la primera línea es
de aproximadamente 22 billones de pesos de los cuales la nación aporta el 70% y
el distrito aporta el restante 30%. Se prevé que el concesionario entregará
construida esta línea en el año 2027 y la administrará durante 20 años.
Ya se ha procedido con estudios
para desarrollar la segunda línea esta si subterránea para llegar a Suba con un
costo aproximado de 35 billones, con un esquema igual de 70% de aportes de la
nación y 30% de aportes del distrito.
El presidente Petro ha vuelto a
insistir en cambiar los diseños de la primera línea y que sea subterránea en la
mayor parte del recorrido, esto tendría sobrecostos de entre 8 y 17 billones de
pesos más. Esto podría dar al traste con los tiempos que igualmente se
extenderían por más de 5 años, lo cual mandaría a la capital a tener el metro
más allá del año 2032 o 2035 sí no se presentan otros obstáculos.
El país atraviesa este año 2023
un descenso del crecimiento económico que difícilmente le permitirá tener
recursos adicionales para las grandes obras que se requieren y recordemos que
Bogotá está impulsando otras grandes infraestructuras como los trenes de
cercanías: Regiotram del Norte, Regiotram del occidente, dejar estructurado un
regiotram al sur para conectar a Soacha y Sibaté, los teleféricos para varias
zonas; todos los trenes de cercanías en alianza con Cundinamarca y con la
nación. A lo anterior súmele las otras
obras de transmilenio por la 68 y por Avenida Boyacá y el corredor verde por la
séptima.
Los recursos son limitados y las
necesidades de tener sistemas modernos y eficientes de movilidad no dan más
espera. No podemos permitirnos otros 80 años de desvaríos.
Recordemos que el gran motor del
desarrollo del país es Bogotá y su región metropolitana, allí se produce el 32%
del PIB nacional. Esta región supera a varios países latinoamericanos como
Panamá, Uruguay y república dominicana.
Bogotá es más aportante a los impuestos del país que el resto de la
nación, por lo que puede decirse que subsidia a otras regiones con las
transferencias nacionales.
El “matoneo” que pretende imponer
el gobierno a la capital no es buen precedente. Se debe dialogar y convencer de
las bondades de una u otra alternativa y optar por el bien común por encima de
los egos personales.
Ciudades como New York tienen
líneas de metro subterráneas (Manhattan), pero igualmente tienen líneas de
metro de superficie (Bronx y Yonkers) y aéreas (Queens). Repito: en tiempos
difíciles vale la pena una pizca de pragmatismo y deponer los egos.
Una nota de cristal de:
Nulbio Restrepo Valencia – Director Proyecto Roble.
Revista Juventud
Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción.