El Poder de la Constituyente y la Revolución Estudiantil ni

Como estudiante de la Universidad del Valle, me sumerjo en la reflexión sobre la constituyente universitaria, un concepto que trasciende las fronteras de nuestra institución y se convierte en un llamado urgente a la transformación democrática. A través de estas líneas, deseo explorar más profundamente este tema y su relevancia en el contexto actual.

La constituyente universitaria no es un mero ejercicio académico; es un proceso vital que busca redefinir las bases mismas de nuestra educación superior. Es un llamado a la acción, una invitación a cuestionar y reformar las estructuras que nos gobiernan.

En esencia, la constituyente universitaria es un espacio de diálogo y deliberación. Es un foro donde estudiantes, docentes, administrativos y egresados se reúnen para discutir el presente y el futuro de nuestra alma mater. Aquí, las voces se entrelazan, las ideas chocan y las visiones se moldean. Es un proceso que va más allá de las elecciones y los votos; es una oportunidad para repensar nuestra identidad como universidad.

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El reciente acontecimiento en la Universidad Nacional, donde más de 15 mil estudiantes expresaron su voluntad al votar por un candidato a rector, solo para ver cómo el consejo superior, compuesto por 8 personas (En realidad 9, pero uno de ellos el Rector(a) no vota ), tomaba una decisión contraria, refleja un desencuentro alarmante entre la voluntad estudiantil y la autoridad. Este desafío no es exclusivo de la Universidad Nacional, sino que resuena en nuestra propia institución, la Universidad del Valle.

Aquí, el consejo superior, integrado por 9 personas(En realidad 11, pero 2 de ellos no votan, Rector y Secretaria General), detenta la última palabra en asuntos de vital importancia. Como estudiantes, nos enfrentamos a una encrucijada: ¿representa esta estructura de gobierno la democracia participativa que anhelamos? ¿Cómo podemos garantizar que nuestras voces sean escuchadas y respetadas en la toma de decisiones que nos afectan directamente?

La constituyente universitaria debe ser mucho más que una mera formalidad. Debe convertirse en un espacio donde la participación estudiantil no solo sea bienvenida, sino fundamental y significativa. No basta con votar en elecciones; debemos ocupar roles activos en los órganos de gobierno universitario. Necesitamos representantes comprometidos, dispuestos a defender nuestros intereses y a luchar incansablemente por una educación de calidad y equidad.

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La opacidad en la gestión universitaria representa un obstáculo insalvable para la confianza y la legitimidad de nuestras instituciones. Por tanto, la constituyente universitaria debe establecer mecanismos que garanticen la transparencia en la toma de decisiones. Los procesos de elección, las asignaciones presupuestarias y las políticas académicas deben ser públicos y justificables ante la comunidad universitaria.

La constituyente universitaria no puede convertirse en un monólogo, sino en un diálogo enriquecedor y diverso. Es imperativo que docentes, estudiantes, administrativos y egresados converjan en un debate fructífero, donde la diversidad de opiniones y perspectivas enriquezca el proceso de transformación. Solo así podremos abordar los desafíos que enfrentamos desde múltiples ángulos y construir consensos sólidos y duraderos.

Es crucial que aprovechemos la constituyente universitaria como una oportunidad para revisar las normativas y valores que rigen nuestra institución. ¿Son estas normas adecuadas para el siglo XXI? ¿Promueven la equidad, la justicia y la inclusión? Debemos reflexionar profundamente sobre el tipo de universidad que queremos ser y el legado que deseamos dejar a las generaciones futuras.

En última instancia, la constituyente universitaria no es simplemente un concepto abstracto, sino una oportunidad concreta para construir una institución más justa, participativa y representativa. Como estudiantes, debemos alzar nuestras voces y exigir cambios significativos. La universidad es nuestra casa, y es nuestra responsabilidad remodelarla para el bienestar de todos los que la conformamos.

Una nota de cristal de: Alejandro Nieto Loaiza, Administrador de empresas en formación, Director Revista Juventud.

Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción

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