La Constituyente Universitaria.

Después de esta semana de reposo, plegaría y sobre todo de reflexión, se asoma una semana de peculiaridades importantes, no solo por lo que implica este inicio de mes para muchos de nosotros en la retoma de las actividades cotidianas, sino también, lo que implica iniciar un mes clave para el país.

Abril desde su primera semana, trae consigo la reanudación de las discusiones claves para el país, entre algunas de estas, el avance de las reformas sociales del presidente Petro, en especial de las reformas, a la salud, pensional y laboral. Las cuales tienen como denominador común la agudeza del desgaste y agotamiento generado por las discusiones y el sabotaje en los trámites del congreso. Otra de las discusiones claves, que nació como una idea, y cada vez va tomando fuerza como una apuesta, la representa la proposición sobre la Asamblea Nacional Constituyente, aunque no reúne las fuerzas políticas suficientes para impulsar los objetivos del presidente, poco a poco va calando en diferentes sectores sociales.

Sin embargo, hay una discusión que por su carácter y el momento coyuntural que representa, no se puede dejar de lado: la constituyente universitaria.

Estarás pesando que solo se trata de un tema de estudiantes universitarios y su pelea histórica contra las directivas de las universidades públicas de este país, pero en realidad, se trata de una discusión que va mucho más allá y concierne a toda la sociedad. No solo por los recientes hechos en las elecciones rectorales de las principales universidades públicas del país, que han develado la poca representatividad de las mismas y los innumerables problemas de los reglamentos y normativas universitarias que reflejan ese anacronismo y exclusión impuesta por la ley 30, sino también, por su insistencia de disponer, verdaderamente, a la universidad pública en torno al mandato estudiantil y social, que ha quedado en inferioridad ante la disposición de las élites políticas y académicas en los Consejos Superiores de las Universidades Públicas.

La Universidad Nacional, la Universidad de Antioquia y la Universidad del Valle, son un fiel reflejo de un sistema que necesita de la constituyente universitaria, que a pesar de reflejar contextos regionales diferentes, son universidades que desde sus consejos directivos desconocen los valores democráticos e incluyentes y prefieren dinamizar las lógicas de la política tradicional. Sobre ello, queda cuestionarse desde el papel de las tres universidades más destacadas del país ¿de qué ha servido el prestigio académico nacional e internacional, en ocupar los mejores rankings, calificados con ciertos parámetros, si internamente las universidades están cooptadas por poderes que interfieren a su verdadera misionalidad, la social?, la respuesta a esta pregunta parecería un axioma, pero en realidad refleja la utilidad económica que estas elites le han dado a la Universidad Pública.

Como joven, universitario, y apasionado por la educación y sobre todo por su país, creo en la apuesta de la constituyente universitaria, creo en este camino largo que han dado muchos compañeros, algunos que están y otros que se han quedado, creo en una educación como derecho fundamental, creo en una educación pública que ha cambiado muchas vidas en Colombia, y sobre todo, creo en la unidad universitaria y social.

Una nota de cristal de: Santiago Durán, estudiante de administración pública de la Universidad del Valle

Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción

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