El presidente Gustavo Petro causó revuelo en el país al plantear la posibilidad de crear un fondo internacional multidonante que financie a la guerrilla del ELN para que cesen sus actividades delictivas como el secuestro y la extorsión, mientras se avanza en el proceso de paz. La propuesta fue rechazada por varios sectores políticos, especialmente por el Centro Democrático, que la calificó de “alucinante” y “escandalosa”.
Sin embargo, lo que muchos ignoran o pretenden olvidar es que esta misma propuesta ya había sido hecha por el expresidente Álvaro Uribe en el año 2006, cuando su gobierno intentó negociar con el ELN sin éxito. En ese entonces, Uribe dijo en una entrevista con La FM: “De pronto es escandaloso, pero se lo voy a decir muy a conciencia: el Gobierno prefiere ayudar a buscar fondos para financiar a una guerrilla, la manutención de sus gentes, en la etapa de un proceso de paz, en lugar de permitir que siga el secuestro”.
¿Por qué entonces lo que era válido para Uribe no lo es para Petro? ¿Por qué la oposición no se escandalizó cuando el expresidente hizo esa propuesta y ahora sí lo hace cuando el actual mandatario la plantea como una posibilidad? ¿Qué intereses hay detrás de esta doble moral?
La respuesta parece estar en la falta de voluntad política y de coherencia de algunos sectores que se oponen al diálogo con el ELN por razones ideológicas o electorales. Estos sectores no reconocen que el ELN es una realidad que no se puede ignorar ni eliminar por la vía militar, y que requiere una solución política negociada que ponga fin al conflicto armado y abra las puertas a la reconciliación nacional.
La propuesta de financiar al ELN no es una concesión ni una recompensa al delito, sino una medida transitoria y condicionada a que la guerrilla cese sus acciones violentas y se comprometa con el proceso de paz. Esta propuesta ya ha sido aplicada en otros contextos, como el de Irlanda del Norte, donde se creó un fondo internacional para apoyar a los excombatientes del IRA y facilitar su reincorporación a la vida civil.
No se trata de premiar al victimario ni de castigar a la víctima, sino de buscar una salida pacífica y duradera al conflicto que ha desangrado al país por décadas. Es hora de dejar atrás los prejuicios y las posturas radicales, y abrirse al diálogo y a la construcción de consensos. Es hora de dejar la doble moral y asumir la responsabilidad histórica de lograr la paz con el ELN.
Pero, ¿cuáles son los beneficios y los riesgos de financiar al ELN? Según algunos analistas, esta propuesta podría tener ventajas como:
- Reducir los niveles de violencia y sufrimiento de las comunidades afectadas por el secuestro y la extorsión.
- Generar confianza y credibilidad entre las partes negociadoras y facilitar el avance hacia acuerdos sustantivos.
- Mostrar un gesto humanitario y solidario con los integrantes del ELN que quieren dejar las armas y reincorporarse a la sociedad.
- Contar con el apoyo y la cooperación de la comunidad internacional para garantizar la sostenibilidad del proceso de paz.
Sin embargo, también podría tener desventajas como:
- Enviar un mensaje equivocado a la opinión pública y a las víctimas del ELN, que podrían sentirse traicionadas o desprotegidas por el Estado.
- Generar resistencias y rechazos de algunos sectores políticos y sociales que consideran que esta propuesta es una forma de impunidad o de rendición ante el ELN.
- Depender de la voluntad y la capacidad del ELN para cumplir con sus compromisos y que no use el fondo para fortalecer su capacidad militar o financiera.
Por lo tanto, la propuesta de financiar al ELN es una opción que debe ser evaluada con cuidado y rigor, teniendo en cuenta sus implicaciones éticas, jurídicas, políticas y sociales. No se trata de una decisión fácil ni definitiva, sino de una posibilidad que debe ser consultada y consensuada con las víctimas, la sociedad civil, el Congreso y la comunidad internacional. Solo así se podrá garantizar que esta propuesta contribuya a la paz y no a la guerra.
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