
Haití tiene una larga historia de inestabilidad política que ha influido significativamente en su estructura de gobernanza y dinámicas sociales. La nación, que se convirtió en la primera república negra libre en 1804, ha experimentado numerosos golpes, revoluciones y regímenes dictatoriales durante los últimos dos siglos. Este turbulento paisaje político ha llevado a un ciclo de violencia y corrupción gubernamental que ha obstaculizado los esfuerzos por la estabilidad democrática.
El papel de los gobiernos y dictaduras pasadas ha sido crucial en la configuración del entorno político de Haití. Líderes como François “Papa Doc” Duvalier y su hijo Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier gobernaron con control autoritario desde la década de 1950 hasta la de 1980, creando un legado de miedo, represión y turbulencia económica. Estos regímenes utilizaron una red de violencia patrocinada por el Estado a través de fuerzas paramilitares, lo que instiló una profunda desconfianza en el gobierno y perturbó la sociedad civil.
En los años previos a la presidencia de Jovenel Moïse, Haití presenció una grave fragmentación política, caracterizada por el surgimiento de diversas facciones y una notable falta de instituciones políticas creíbles. El asesinato de Moïse el 7 de julio de 2021 fue la culminación de esta inestabilidad, con una escalada de violencia de pandillas y descontento político manifestándose en protestas públicas y demandas de reforma gubernamental.
El Asesinato de Jovenel Moïse
La cronología del asesinato de Jovenel Moïse está marcada por premeditaciones que conmocionaron a la nación y al mundo. Temprano en la mañana del 7 de julio, atacantes armados asaltaron la residencia privada de Moïse en Petion-Ville, un suburbio de Puerto Príncipe. El ataque resultó en la muerte del presidente y dejó a su esposa, Martine Moïse, gravemente herida.
El inmediato después fue el caos mientras se difundía la noticia del asesinato por Haití y más allá. Los ciudadanos reaccionaron con una mezcla de dolor y indignación, ejemplificando su profunda frustración con la violencia y el sufrimiento continuo en su país. El asesinato llevó a llamadas a la rendición de cuentas y aumentó los temores sobre seguridad y gobernanza. Los líderes dentro del paisaje político de Haití lucharon por mantener el orden, exacerbando aún más la crisis prevaleciente.
El impacto en el entorno político de Haití fue profundo. Se crearon vacíos de poder, lo que llevó a un aumento en la actividad de pandillas y la ilegalidad. Las facciones políticas compitieron por el control, y el país enfrentó un aislamiento internacional mientras surgían preguntas sobre su capacidad para realizar elecciones libres y justas. El asesinato sirvió como un recordatorio impactante de la fragilidad de la democracia haitiana y los numerosos desafíos que se presentaban en la búsqueda de la estabilidad.
La Participación de Colombianos y el Libro “Mercenarios”
El asesinato de Jovenel Moïse también atrajo atención sobre el papel de mercenarios en el evento. Key profiles de los implicados revelaron un diverso trasfondo de individuos, algunos con experiencia militar y otros con conexiones con el crimen organizado. Investigaciones descubrieron que muchos de los mercenarios eran extranjeros, principalmente de Colombia, con motivos variados para su participación.
Este evento ha inspirado la escritura de un libro titulado “Mercenarios”, escrito por el periodista Luis Carlos Vélez. El libro narra la historia no contada del asesinato del presidente de Haití a manos de un comando de exmilitares colombianos. Vélez, después de años de investigación, concluyó que estos hombres no sabían exactamente cuál era su misión cuando fueron contactados, y solo se enteraron de que todo era un plan macabro horas antes de los hechos. El libro cuestiona la participación de los colombianos en el asesinato, sugiriendo que la historia no es tan clara como se presentó inicialmente.
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