En términos generales el periodismo es la actividad profesional que obtiene, verifica, organiza, analiza y presenta información veraz a los ciudadanos. Dado que una ciudadanía mejor informada contribuye a la construcción de mejores sociedades, recae sobre el periodismo una altísima responsabilidad social. En congruencia con ello, el periodismo tiene por propósito inherente dar un tratamiento riguroso, ético, objetivo, independiente, pluralista, veraz y responsable de la información. Es sin duda una de las disciplinas más importantes de la sociedad actual, altamente globalizada y urgida de información. Ahí empieza el problema: El periodismo es una especie en vía de extinción. Lentamente está siendo reemplazado por el pseudo periodismo. No parecen quedar muchos periodistas en los grandes medios de comunicación colombianos. Al menos, no muchos que cumplan con la definición. Veamos dos de esos especímenes que aún sobreviven: Daniel coronel y Cecilia Orozco.
Daniel coronel fue nombrado nuevamente el 31 de agosto del año en curso como presidente de noticias de Univisión. Fue un justo y merecido reconocimiento a la seriedad con que afronta su quehacer periodístico. Coronel ha afirmado en repetidas ocasiones que la función esencial del periodismo es la de convertirse en un contrapeso del poder. En coherencia con dicho postulado, se ha enfrentado en numerosas ocasiones a diversos tipos de poder, denunciando corrupción y otras irregularidades. Pareciese ser claro para Coronel que el poder es la capacidad que alguien tiene de afectar con sus comportamientos y sus decisiones a otras personas, y que, por tanto, el poder no está solamente reflejado en el ejecutivo. Sus investigaciones periodísticas y sus denuncias han puesto freno, o por lo menos evidenciado, a los abusos de presidentes, expresidentes, congresistas, magistrados, militares, fiscales, banqueros y empresarios, entre otros. Todos ellos poderosos, así estén a veces tras bambalinas. Aunque no siempre se compartan sus posiciones, a Coronel se le puede creer. Su ejercicio profesional suele ser acompañado de coherencia ética. Le ha faltado a Coronel, quizá por solidaridad de cuerpo, enfrentar el poder informativo de sus colegas – o desinformativo-, absolutamente desbocados en sus transgresiones éticas. Pero bueno, nadie hace todo lo que debería hacer: no le pidamos perfección a Coronel.
Cecilia Orozco recibió en noviembre 15 el premio Simón Bolívar 2023 en la categoría de vida y obra de un(a) periodista. Otro justo y merecido reconocimiento a una aguerrida periodista que no se arrodilla ante el poder; lo confronta. Al recibir el premio, Cecilia Orozco, reclamó a sus colegas que “más de la mitad de las personas que nos ven, nos leen y nos escuchan, no creen que estemos relatando sucesos ciertos”. Tiene toda la razón. Pocos son los periodistas dignos de credibilidad. Desafortunadamente la mayoría de sus colegas no la escucharon. Hicieron como que no tuviera que ver con ellos y miraron para otro lado. Agregó Orozco, que la calidad ha sido eliminada como prioridad en el oficio. Que han sido relegados principios legendarios del periodismo como el rigor, la exactitud, el contraste de las versiones, escuchando parte y contraparte de la historia. Se lamentó que no se separa hoy la información de las opiniones en el tratamiento periodístico. No hay como ocultarlo: Cecilia Orozco ha sido más valiente que Coronel al momento de confrontar al poder de la información. No obstante, los dos son periodistas absolutamente necesarios. Se equivocan los petristas apasionados que presionan para que Coronel se convierta en uno de ellos. No aportaría. Su independencia vale más. La mirada estalinista según la cual, quien no está conmigo, está contra mí, es peligrosa, pero se ha posesionado de todos los espectros políticos del país. De la derecha a la izquierda. De la izquierda a la derecha. Le podemos llamar intolerancia. ¿Acaso no han aprendido del lamentable “ejercicio periodístico” por parte de los defensores a ultranza de Uribe y lo que este simboliza, que tienen micrófono o escriben columnas? Si no hay independencia política, no hay periodismo, al menos no periodismo político. Obviamente independencia política no significa ser apolítico. Nadie lo es.
A diferencia de Coronel y Cecilia Orozco, Otros ofician desde los medios y se definen como periodistas, pero transgreden una y otra vez el código deontológico que dicen abrazar: no investigan exhaustivamente los hechos, no contrastan las fuentes, no diferencian información de opinión, no enfrentan versiones y si lo hacen, atacan con saña a quién sostiene una, mientras facilitan el posicionamiento de la otra versión en la opinión pública, exacerban emociones, son aduladores del poder tradicional, pero se regodean resaltando como atacan y persiguen a los nuevos poderes (Se enojan además cuando no les otorgan el premio al mejor periodista). El ejercicio del poder de información al servicio del poder económico o político es especialmente grave en Colombia, puesto que este país tiene una de las más altas tasas de concentración del poder en el mundo: y ojo que las sociedades más desiguales tienden a ser más violentas.
Ciertas expresiones evidentes de pseudo periodismo son : poner a cantar a un candidato presidencial en la televisión, mientras al candidato rival lo acosan insistentemente con preguntas cizañeras, presentar a un candidato presidencial como ingeniero, mientras que al candidato rival, que es economista, se le presenta como exguerrillero, sobredimensionar un error o contradicción de un sector político mientras se omiten los errores o contradicciones del sector contrario, lapidar a un representante a la cámara por un chiste de contenido sexual hecho en un entorno privado al más agresivo y calumniador de todos los representantes, pero haber permitido que este último calumnie a diario a todos los que piensan diferente a él (la emisora donde lo escuché, que es la que sigo, se caracteriza paradójicamente por hacer chistes de contenido sexual a diario. El chiste sexual es patrimonio exclusivo suyo, por lo visto). En estos ejemplos hay activismo político en favor de un sector, pero presentado como ejercicio de periodismo. En ellos se carece de independencia, rigor, objetividad, veracidad y responsabilidad, que son precisamente los pilares del periodismo. Lo grave del activismo político no es que exista, sino que se disfrace de periodismo.
Las causas del fenómeno son complejas. Coronel ha insistido en la compra de grandes medios de comunicación por parte de los macro poderes económicos, para que defiendan sus intereses. Podría ser. Otros señalan asuntos relacionados con la pauta publicitaria. Podría ser. Pero hay más. La solución es así mismo compleja, pero su búsqueda debe ser liderado por quienes, estando en el oficio periodístico, no quieren verlo -su oficio- arrodillado ante el poder, mientras su ética se desploma y esparce en mil pedazos. Es hora de sacudirse y elegir: periodismo o pseudo periodismo.
Una nota de cristal de: Javier Murillo Muñoz. PhD. Docente universidad del valle, sede Palmira.
Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción
Estimado Javier, los medios de comunicación a todo nivel, locales, regionales y nacionales, están coptados por los poderes politiqueros y económicos. La gran mayoría de los periodistas y comunicadores sociales para vivir, sustentar sus existencias, deben poner al servicio del mejor postor sus plumas, cuadernillos y pensamientos.
Coronell y la Sra. Orozco, junto con algunos otros pocos periodistas, son excepciones no tan amplias a la regla.
Los medios en poder de los grandes grupos económicos complementan el negocio.
Saludos.
Que buen artículo. Soy alérgico a leer escritos carentes de síntesis.Este me agrado mucho y sobre todo aprendí mucho sobre que es ser un buen periodista. Cordial saludo.
Totalmente de acuerdo hoy día se ha perdido el profesionalismo en el arte de comunicar y lo que vemos en gran parte es periodismo para entretener, payasadas y querer demostrar afinidad con todas las tendencias e ideologías. No les importa profundizar en situaciones tan terribles como el tráfico de niños, hicieron poca referencia a la Película Sonidos de Libertad donde se trata la terrible realidad de muchos niños y niñas sometidos a esclavitud sexual.