El pasado mes de noviembre, Rusia inició la producción en serie de un nuevo misil balístico intercontinental, el Sarmat, que ha entrado en servicio de combate este año. Se trata de un arma estratégica que, según el director general de la agencia espacial rusa Roscosmos, Yuri Borísov, puede alcanzar cualquier punto del planeta y superar cualquier sistema de defensa antimisiles. ¿Qué implica este avance para la seguridad internacional y el equilibrio de poderes?
El Sarmat es un misil pesado que tiene una masa al despegue de 208,1 toneladas y una carga útil de alrededor de 10 toneladas. Su alcance es de 18.000 kilómetros, lo que le permite atacar objetivos desde diferentes trayectorias, incluyendo la ruta polar o la ruta sur.
El nuevo misil tiene una mayor capacidad de penetración y destrucción, y puede portar más ojivas nucleares o convencionales. Según el presidente ruso, Vladímir Putin, el Sarmat puede equiparse con una ojiva hipersónica llamada Avangard, que puede volar a 27 veces la velocidad del sonido y cambiar de rumbo y altura para evitar los sistemas antimisiles.
El desarrollo del Sarmat se enmarca en el proceso de modernización del arsenal nuclear ruso, que busca garantizar su disuasión frente a las amenazas actuales y futuras.
El Sarmat es, por tanto, un elemento clave para la seguridad nacional rusa y para el mantenimiento de la paridad nuclear con Estados Unidos. Sin embargo, su entrada en servicio no implica necesariamente una escalada armamentista o una mayor probabilidad de conflicto. Al contrario, puede contribuir a retomar la disuasión mutua y a incentivar el diálogo y la cooperación entre las dos potencias nucleares.
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