Los sueños se logran en el barrio la Fortuna, Diego Fernando Pascuaza

En mi Colombia pese a tantas dificultades, aun encontramos personas que sueñan, que buscan oportunidades para tener un mejor futuro, este es el caso de una comunidad que vive en el Barrio la Fortuna en la localidad de Usme, personas que te dirían que jamás se debe estar quieto, siempre tienes algo que hacer para que algo grande ocurra en tu vida, porque Dios dice: si tú logras creer en lo que yo voy a hacer mi fidelidad te va a sorprender, un barrio que se mueve con una Fe inexplicable, Familias que anteriormente tenían un lugar donde vivir y fueron desalojadas por no cumplir con el pago de arrendamiento a sus dueños o por una hipoteca de los bancos, el caso de algunos hogares que han sido desplazados de sus tierras o como nuestros hermanos venezolanos que buscan en nuestro País una buena condición de vida.

Se estima que miles de familias colombianas viven en situación de hacinamiento, inseguridad, zozobra y en condiciones que no son dignas, a esto se suma la situación de vulnerabilidad ante desastres naturales de nuestro territorio, la vivienda digna es un derecho humano, vivir en un lugar adecuado impacta positivamente en múltiples aspectos la calidad de vida de las familias y sus comunidades. La Fe de esta comunidad los llevo a creer que aún se pueden cumplir los sueños, una organización llamada TECHO llego a este lugar, ayudando a identificar y priorizar las necesidades de sus habitantes, trabaja conjunto con la comunidad por eso es desarrollo comunitario, viviendas que brinda esta organización para mejorar una necesidad básica de sus habitantes, un lugar digno para vivir, sin embargo se llaman de emergencia o de paso ya que se espera que el beneficiario se apalanque y pueda continuar con su progreso, por eso es una madera, porque es una vivienda de paso, la compañía aparte de pagar el valor de la casa invita a sus colaboradores para construir su vivienda.

La vivienda se entiende como un derecho básico, que, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es propio y elemental para todo ser humano. Sin embargo, aún encontramos personas que han debido establecerse informalmente en terrenos marginados de la sociedad, alejados de los centros urbanos y en condiciones complejas para proyectar una vida digna. Todo esto requiere un énfasis mayor de las políticas públicas y los gobiernos, con el propósito de resguardar los derechos habitacionales de las personas, una vivienda digna significa algo más que tener un techo bajo el cual resguardarse, es también disponer de un lugar privado, con espacio suficiente, accesible a nuestras condiciones físicas, de estructura duradera, que cuente con iluminación y ventilación suficiente, que incluya servicios de abastecimiento de agua, saneamiento y eliminación de desechos, y todo lo necesario para satisfacer nuestras necesidades básicas. Además, ser propietario del lugar que se habita nos proporciona estabilidad y seguridad.

El Señor, ve el alma, el espíritu, y principalmente, no juzgar a las personas por su apariencia, sus limitaciones, o por su vestimenta. Recuerdo siempre aquel dicho: ” el hábito, no hace al monje”. ¡Puedo decir que estas familias son de las 50,000 que viven del reciclaje en Colombia! esto facilita muchas veces el trabajo de nuestro personal recolector de basura y es algo que viene desde hace mucho tiempo convirtiéndose en el sustento diario de varias familias, las autoridades desde 2014 prohíben el uso de burros o caballos en esta actividad, por eso ellos utilizan sus carretillas, los recicladores de la capital obtuvieron un reconocimiento oficial, que les permite recibir a través de asociaciones autorizadas un ingreso mínimo de la alcaldía; en el año 2020 unos 25,000 recolectores de residuos tenían esta actividad como principal fuente de sus ingresos en Bogotá, pero la gran mayoría no tiene vinculación laboral y beneficios legales, por eso son una de las caras de la pobreza, el 60% de la población genera ingresos a través de empleos informales, empleos muy mal protegidos, empleos de baja productividad tras una dura jornada de trabajo.

Aun nos cuesta creer que podemos lograr cosas grandes, pero para que esto grande ocurra, tenemos que hacer algo pequeño, todavía creemos en un País de oportunidades, donde podamos ser más humildes y ayudemos al prójimo, cómo está escrito.

Una Nota de cristal de: Diego Fernando Pascuaza Martínez, Estudiante de Trabajo Social Uniclaretiana. 

 

Revista Juventud, Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción.
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