
Son los jóvenes quienes mueven las fibras del país del mañana… y, probablemente, también las del país del hoy. Pero en el contexto colombiano, y más específicamente en Manizales, cabe preguntarse: ¿quiénes son los jóvenes?
Según la Ley 1622 de 2013, son aquellos que tienen entre 14 y 28 años. Sin embargo, en la
práctica, ¿qué significa esto? Responder no es sencillo. Desde mi experiencia, no existe una
sola juventud, sino múltiples juventudes, marcadas por los contextos sociales, económicos y culturales en los que crecen.
Juventud barrial: crecer contra la marea
Una de esas juventudes es la barrial, a la que pertenezco. Jóvenes que nacen y crecen en los barrios populares, jugando fútbol con ladrillos como arcos y balones viejos —a veces hasta desinflados—, corriendo detrás del balón botado, del escondite, del “tin tin corre corre”. Pero también enfrentándose muy temprano a una realidad dura: violencia, barreras económicas y sociales, microtráfico al alcance de una esquina, consumo de sustancias psicoactivas como vía de escape frente a una vida que no da tregua.
Aun así, de esos mismos barrios emergen jóvenes resilientes, capaces de mirar el dolor ajeno con empatía. Crecer en contextos adversos enseña lecciones profundas y valiosas. Superar esas barreras no es señal de que “el pobre es pobre porque quiere” —idea dañina y simplista—, sino el resultado de resistencias cotidianas, silenciosas y, muchas veces, invisibles.
Muchos jóvenes de barrios populares queremos participar, aportar, transformar. Pero, como todo en estos entornos, también aquí hay obstáculos. Muchos debemos estudiar y trabajar a la vez, cargar con responsabilidades económicas desde muy temprana edad. Y cuando por fin logramos prepararnos, graduarnos, entrar a espacios de participación… ¿con qué nos encontramos? Con puertas entrecerradas por un mundo adultocentrista que subestima la juventud simplemente por su edad.
Juventudes con diferencias, obstáculos en común
También está la juventud cuyos padres tienen cierta estabilidad económica y capacidad de endeudamiento, muchas veces asociada a la llamada “clase media”. En estos casos, el acceso a la educación es más fluido y el tiempo puede dedicarse a la formación y a tejer redes sociales que abren puertas a espacios de participación política y social.
Pero incluso con estas diferencias, hay algo que comparten ambas juventudes: los obstáculos para participar en los espacios reales de toma de decisiones. Desde el prejuicio de la “falta de experiencia” hasta la instrumentalización de las ganas de aportar, son muchos los jóvenes que terminan siendo usados para que otros obtengan beneficios.
Consejos de Juventud: ¿una oportunidad desperdiciada?
Desde 2022, con la creación de los Consejos Municipales de Juventud (CMJ) —producto de la Ley 1622 de 2013 y su modificación en la Ley 1885 de 2018— se suponía que se abría un nuevo espacio para la participación juvenil. Pero ¿para qué? En la práctica, estos consejos se convirtieron en una fachada: sin decisiones vinculantes, sin apoyo suficiente, y muchas veces ignorados por las administraciones municipales.
Otras formas de participación… y nuevos obstáculos
Ante esto, muchos jóvenes buscan otras formas de participación: voluntariados, procesos comunitarios o espacios como el Gabinete Juvenil o la Plataforma de Juventud en Manizales. Sin embargo, aquí también hay tropiezos. A veces impuestos por otros jóvenes que, al asumir roles de liderazgo, terminan coartando la voz de quienes no piensan igual. Si no se hace lo que estos “líderes” quieren, el proceso se frena, se desarma o se excluye al nuevo integrante.
Como parte de mi práctica universitaria en Trabajo Social, entrevisté a varios jóvenes que hacen parte de estos espacios. Uno de los testimonios que más me marcó fue el de Angie, voluntaria juvenil, quien compartió lo siguiente:
“Uno encuentra muchos desafíos, porque estar en estos espacios implica ser la piedra en el zapato de quienes no quieren que participemos. Pero también, dentro de las mismas instancias, hay mucha competitividad. A veces un voluntario dice: ‘él me cae mal, entonces con él no trabajo’. Eso siempre pasa y se refleja en los egos políticos, en la competencia, en la fragilidad del ego.
Los mayores desafíos son problemas de trabajo en equipo. La problemática empieza desde la institucionalidad: son ellos quienes incumplen, quienes tienen la obligación de apoyar el funcionamiento del subsistema de participación hablo de la Plataforma Juvenil, el CMJ, la Asamblea. Por ejemplo, las trabas desde Colombia Joven para realizar la Asamblea Nacional de Juventud han sido increíbles. No quieren dejarla hacer, a pesar de que están obligados por el Estatuto de Ciudadanía Juvenil.
También se ve negligencia institucional a nivel departamental, como en Caldas. Casi no se realiza esa asamblea. Los jóvenes no tenemos representantes en el Consejo Territorial de Planeación. No hay dolientes de la juventud”.
Este tipo de testimonios reflejan que incluso en espacios creados para los jóvenes, el acceso, la escucha y la inclusión siguen siendo desafíos enormes.
¿Y entonces?
El simple hecho de ser joven ya es, en sí mismo, un obstáculo para participar en los asuntos públicos. A esto se le suman figuras adultas que instrumentalizan a la juventud, o jóvenes que buscan sobresalir a costa de silenciar a sus pares. Y si a eso le sumamos los retos económicos y sociales que viven muchos jóvenes barriales, es fácil entender por qué tantos se quedan por fuera de estos espacios.
Pero no por eso dejamos de intentarlo.
Lo que necesitamos no son más vitrinas institucionales, sino escenarios reales donde las juventudes —todas, no solo algunas— puedan hablar, proponer, decidir y ser escuchadas sin filtros, sin intermediarios y sin condiciones.
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Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción
Totalmente, las juventudes requieren muchos mas espacios de participación sociopolitica, las nuevas mentes nutren con su perspectiva las politicas y quien mejor que esos mismos jovenes inmersos en las clases media baja, para hablar sobre lo que realmente se necesita y proponer formas de solventar las necesidades de su comunidad.