La organización de las naciones unidas ONU ha planteado los objetivos de desarrollo sostenible como una carta de navegación para los países y las organizaciones a todo nivel con el ánimo de convertir al planeta en un mejor sitio para vivir, cuidarlo y legarlo a las nuevas generaciones en mejor forma que como lo recibimos.
«La Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos». Proverbio indio.
Examinemos como estamos en el segundo objetivo: Hambre cero. Algunos estudios informan que al menos el 40% de los colombianos han acudido a tomar solo dos alimentos al día. Es decir, más de 15 millones de personas sufren de todas las inseguridades a la hora de tener una buena y oportuna alimentación. Es muy triste, sí se considera que somos un país con inmensos recursos para tener una excelente producción agrícola, pero pasamos de cultivar la mayoría de la demanda a tener que importar casi de todo. Este fenómeno ocurrió en los últimos 30 años en lo que se denominó la apertura económica.
De 26 millones de hectáreas de tierra con potencial para cultivos y producción animal solo se produce en menos de 7 millones debido a múltiples causas.
Colombia tiene al presente la potencialidad de aumentar al menos en unos 20 millones de hectáreas la zona para producción de alimentos, pero paradójicamente importamos más de 12 millones de toneladas de alimentos, con el agravante de los altos costos de transporte desde su país de origen y el precio del dólar.
Claramente, la salida más sostenible ambiental, social y económicamente es la producción de alimentos en las diferentes regiones de Colombia y buscar que esta sea lo más amigable con el ambiente y las necesidades de la gente.
Técnicas de cuidado y custodia de semillas nativas, buenas prácticas agrícolas, cuidado de los suelos mediante técnicas que eviten la erosión, control biológico e integrado de plagas, diversas asociaciones de plantas y la búsqueda de alelopatías son algunas de las recomendaciones; pero ante todo el cumplimiento de los acuerdos de la Habana en el primer punto que es el desarrollo de la reforma agraria que dote de tierra a campesinos con vocación de producción.
Por supuesto, para el cumplimiento de este primer objetivo de desarrollo sostenible que es la lucha contra el hambre, se debería avanzar enormemente en construir un país en paz, con amplias garantías para nuestros campesinos y que nos permita, por lo tanto, abaratar los alimentos de la canasta básica familiar.
En alianza con Proyecto Roble
