La espiritual doña carlota – Gonzalo Osorio toro | Revista Juventud


El miércoles santo, doña Carlota, se salió de la comodidad de la canción de Ricardo Arjona, “Jesucristo es verbo, no sustantivo” y con la nostalgia de sus amantes, pues estaba en ayuno carnal por motivo de la semana santa, le pidió a su chofer, un joven treinta años menor que su esposo y que ella, que la llevara a la catedral, pues el cardenal la había invitado a ser María Magdalena, en la ceremonia conmemorativa de la última cena. Doña Carlota, de rodillas, una costumbre muy libidinosa en ella entró a la catedral y avanzó por la nave central,  bajo la mirada atónita del libertador que resistía la lluvia en la mitad de la plaza de Bolívar. 


Cuando estaba llegando al altar mayor, pasó junto a un joven sacerdote, y sintió los mismos escarceos que siente cuando se sienta junto a su chofer. Cuando se paró después de besar el anillo del cardenal, sintió un insoportable dolor en las rodillas.

Doña Carlota, prima de Pepita Mendieta y de Cacerolina Lagañín, mujeres tan cabales como doña María Fernanda, acudió al ortopedista. La respuesta del doctor Casimiro del Huezo, fue contundente. “Doña Carlota, usted tienen que seguir rezando, pero de pie”. Las pobres rodillas de doña Carlota, de tanto arrodillarse en la iglesia y ante su jardinero, ya no resistieron más y protestaron por el uso y el abuso que la rezandera hacía de ellas. Doña Carlota, hija de Ricardo Arjona, se desplazó de rodillas desde la panamericana hasta el camarín del milagroso de Buga, para que el proceso de paz no fuera aprobado en la consulta popular. Rezó sin descanso para sus rodillas, pidiendo bendiciones, para que, en las manifestaciones del estallido social, Dios protegiera a la gente de bien, y para que afinaran su puntería. Subió de rodillas hasta el señor caído de Monserrate, rogando para que Petro no llegara a la presidencia, y ahora a pesar de la recomendación de su ortopedista, y de las llagas que cura con esmero su chofer, barre todos los días el atrio de la catedral, pidiéndole a Dios, que a Petro le vaya mal, porque si le va mal a Petro, a ella le irá muy bien,  y para que las reformas no sean aprobadas. 


Doña Carlota, con Pepita Mendieta y Cacerolina Lagañín, ofrecieron una caminata desde la catedral primada hasta el santuario de las Lajas, para que ilumine a Dilian, a César, a Efraincito Cepeda, y a Vargas lleritas, para que preserven su negocio de la salud. Escuchando rezar a doña Carlota, tan cabal como María Fernanda, me recuerdo de La Virgen de los sicarios, y peor aún, de los pilotos que rezaban antes de subir en el avión para ir a bombardear a los niños de Vietnam, y también de la gente de bien, que iba a misa de cinco, para salir a dispararle a los manifestantes del estallido social.


Las peticiones de doña Carlota, han creado una gran discusión en el cielo. San Óscar Arnulfo Romero, el padre Camilo Torres Restrepo, el sacerdote indígena Álvaro Ulcué Chcué, y Jesucristo, le aconsejan a Dios, ignorar las peticiones de doña Carlota, mientras los cardenales López Trujillo y Darío Castrillón, y el nefasto monseñor Builes,  acolitados por san Juan Pablo II desde el infierno, le piden que escuche a la rezandera, y le envíe unas rodillas nuevas. Mientras tanto, Ricardo Arjona, no sabe qué hacer con doña Carlota. Pero lo cierto es que san Juan Pablo II invitó a doña Carlota y sus comadres, incluyendo a María Fernanda la más Cabal de todas, a que charlaran en el infierno, pero les envió solamente pasaje de ida.

Una Nota de Cristal De: Gonzalo Osorio toro

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