TIPS para padres sobre pautas de crianza, parte 2

Lo fundamental de aprender a acatar y seguir normas. Las normas, las leyes, como formas que se han gestado para preservar la vida, al tiempo que hacen viable la convivencia en sociedad, tienen un doble propósito. Por un lado, prohíben algunas conductas deliberadas, que emita un individuo contra otro. Por el otra parte, lo protegen de conductas lesivas iniciadas por otros. Ejemplo de ello, son las normas de tránsito, que, en tanto prohíben al peatón cruzar la vía con los vehículos en movimiento, le están guardando simultáneamente la vida. En la dinámica familiar no es diferente. De ello da cuenta la reciprocidad en el respeto. Y ¿por qué la importancia de seguir la norma, después de acatarla?, porque es de aplicabilidad permanente. Lo esencial de todo esto, es que una persona que incorpora, acata y sigue normas, preserva su vida y puede ejercer, más adelante, autoridad legítima, adecuada y consistente sobre sus semejantes.

La invaluable instrucción en INTELIGENCIA EMOCIONAL.

Por inteligencia emocional hemos entendido un conjunto de nociones que empoderan al sujeto respecto de sus propios sentimientos y emociones, a la misma vez que le proveen luces sobre los sentimientos, emociones e intenciones de sus semejante, con la resultante diferencial de valor adaptativo. Es así: se aprecia una diferencia muy significativa entre una persona que ha adquirido desde sus primeros años de vida, una formación en este atributo, como también se aprecia lo contrario en quienes no. Muchas personas privadas de la libertad, se vieron a un paso de no estarlo nunca, si tan sólo hubiesen recibido educación en este ítem. Esto les hubiera enseñado a controlar sus emociones e impulsos, a no dejarse llevar por pequeñas circunstancias, sin medir las consecuencias. La instrucción en inteligencia emocional lleva a la persona a no aceptar sentimientos que no reconoce, a ser más empático con un entorno que incluso le permita crear nuevas redes de apoyo. Indiscutiblemente, la inteligencia emocional suministra herramientas a un sujeto para que capte las oportunidades de éxito en la vida y no las deje pasar. De esta manera, descubre que él tiene una cuota de responsabilidad en sus decisiones y en sus actos. Cuidar las emociones preserva de la depresión y del suicidio. El abrazo en familia ha de ser verdaderamente unificador, se disipa toda idea de soledad y abandono. En el hogar se llora y se comparte todo aquello que lastima, con el ánimo de superarlo en conjunto. Por eso la unidad familiar es el único espacio donde se comparten pérdidas y ganancias y esto ayuda a construir vida, afecto y felicidad.

Identificando el perfil psicológico de los hijos. FUNDAMENTALÍSIMO.

Por estos tiempos, es lamentablemente común, encontrarse con personas que, aun provenientes de hogares “normales”, arrojan comportamientos excepcionales. Es el caso de los jóvenes que, a la hora menos esperada, asesinan a un extraño, a sus padres o a sus hermanos. Los corrillos vecinales no se hacen esperar con el apunte de, “quién se lo hubiera esperado”. Era tan decente… Ojo, antes de cometer cualquier atrocidad, una persona muestra alguna señal de conducta anómala. Fíjese si su hijo desde temprana edad es compasivo con los animales, con las demás personas, si tiene proyectos constructivos para con él mismo, si se siente bien con su propia vida. Obsérvelo a través del trato hacia sus pares o compañeros de escuela, en su desempeño moral y ético, antes que en el académico. El contenido de sus pensamientos es fácilmente apreciable a través de sus comportamientos, a solas o acompañado. Existen medidas para superar las dificultades en el aprendizaje, pero, más allá de eso, las conductas morales, de no establecerse como básicas en sus interacciones sociales iniciales, no se logrará con el devenir del tiempo. El acervo de todos los valores y principios éticos, no es lo único que preserva al individuo de llegar a la criminalidad. Se sabe que, además, están las conductas compulsivas y adictivas, como esa base genética que, explicitan desde los primeros años de vida. Ojo con esto; en los niños, desde temprana edad, sobre todo, desde que comienzan a interactuar con sus semejantes, se anuncian como personas perturbadas y perturbadoras. En el aula de preescolar, agreden a sus compañeros, rompen sus elementos de trabajo, no pueden permanecer más de un minuto sentados en su silla, acatan inicialmente una orden, pero no saben seguirla en el tiempo. Es decir, hay una necesidad imperiosa de movilidad y de causar daño a algo o a alguien, como muestra de incomodidad con ellos mismos. En tanto va teniendo lugar su desarrollo motor, se tornan más inquietos y agresivos. Así mismo, en cuanto se va haciendo su pensamiento más complejo, más abstracto, logran que su proceder inadecuado sea cada vez más inadvertido para los demás. Pero tarde o temprano, se ponen al descubierto, van siendo marginados por sus pares y terminan aborreciendo y siendo aborrecidos en la escuela. La solución no es desescolarizarlos. Desde los inicios de estos comportamientos, tanto en el hogar como en la escuela, estas energías en exceso, tienen que canalizarse y conducirse hacia prácticas amenas y positivas para el menor y para su entorno más inmediato, haciendo señalamientos sobre sus avances y otorgando gratificaciones proporcionales a estos durante el proceso. Esto no tiene que ver con falta de inteligencia, tiene todo que ver con una característica del comportamiento y de la personalidad del sujeto que, provienen de una alteración biológica, conocida como mutación genética, que obliga al individuo a mantenerse en constante inquietud; es algo que supera su fuerza de voluntad. De esto no es culpable el individuo, pero la sociedad y la ley demandarán de él un comportamiento adecuado con todo su entorno y sus semejantes. Por eso la vital importancia de modular sus actuaciones desde el principio de la vida, para que más tarde el mundo no lo sancione por eso que no se le descubrió ni trató a tiempo.

Un par de recomendaciones finales, es que los padres de familia ventilen con los docentes de los niños (as), aquellas cosas que desconozcan o les preocupen sobre sus hijos. El proceso formativo es irreversible y por tal razón, debe ser conjunto. Todo aquello que se deje de hacer oportunamente por ellos, es riesgoso que no pueda rectificarse nunca después. De otro lado, siempre que haya la oportunidad de ayudar a otras personas, no debe dejarse pasar. Todo lo que se haga por el bien de los demás, se está haciendo por el bien de toda la sociedad.

 “Toda la esperanza del mundo está puesta en la niñez… todo el peso de la responsabilidad por su futuro, en quienes la administran”

Marlene R. C.

Una nota de cristal de: Marlene Restrepo Cuervo, Psicóloga, Universidad Nacional de Colombia. Estudios avanzados en psicología forense, Universidad de Buenos Aires, Argentina, Estudios complementarios en perfilación criminal y detección de mentiras.

Contacto: mrestrepoc@unal.edu.co

Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción

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