La decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil de regular el uso de inteligencia artificial (IA) en las elecciones de 2024 es un paso necesario y valiente para preservar la democracia y la libertad de expresión. Los ‘deepfakes’, que son videos manipulados con IA para hacer parecer que alguien dice o hace algo que no ha hecho, son una amenaza real para la credibilidad de los candidatos, la confianza de los electores y la estabilidad del sistema político.
El TSE ha demostrado su compromiso con la transparencia y la responsabilidad al prohibir estos contenidos y establecer sanciones severas para quienes los difundan o se beneficien de ellos. La revocación del registro o la anulación del mandato son medidas proporcionales al daño que pueden causar los ‘deepfakes’ a la integridad del proceso electoral.
Sin embargo, el TSE también ha sido prudente al permitir el uso de IA en anuncios de campaña, siempre que se identifiquen claramente como tales. La IA puede ser una herramienta útil para comunicar propuestas, generar empatía y movilizar a los ciudadanos, siempre que se respeten los principios éticos y legales. El TSE ha establecido que los anuncios con IA deben llevar una etiqueta obligatoria que indique su naturaleza artificial, así como el nombre del responsable y el objetivo de la campaña. De esta manera, se garantiza el derecho a la información y se evita la confusión o el engaño.
Además, el TSE ha contado con la colaboración de las grandes empresas tecnológicas, que tienen un papel fundamental en la difusión y el control de los contenidos generados con IA.
El TSE ha basado estas medidas en la experiencia adquirida en las elecciones de 2022, donde se enfrentó a una avalancha de noticias falsas impulsadas por milicias digitales que buscaban desestabilizar el país. A pesar de los esfuerzos del TSE, algunos legisladores fueron sancionados por difundir información falsa o incitar a la violencia.
El TSE ha dado un ejemplo de cómo regular el uso de IA en las elecciones, sin caer en la censura ni en la permisividad. La IA puede ser una aliada o una enemiga de la democracia, dependiendo del uso que se le dé.
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