El presidente ruso, Vladimir Putin, anunció un pronóstico de crecimiento económico del 2,8% para 2023, a pesar de la caída del valor del rublo en la primera mitad del año. Putin expresó confianza en la autoridad monetaria y destacó que la economía rusa se encuentra sólida y equilibrada en comparación con 2021, antes del inicio de la guerra en Ucrania. Aunque el Ministerio de Economía aumentó su previsión de inflación para 2023.
Putin señaló que los ingresos estatales por gas y petróleo se recuperaron en julio y agosto, acercándose a niveles del año anterior. Además, resaltó la resistencia de la economía rusa ante presiones externas sin precedentes.
Esta declaración optimista contrasta con el análisis de varios expertos internacionales, que cuestionan la sostenibilidad del modelo económico ruso basado en las exportaciones de hidrocarburos. Rusia enfrenta una serie de desafíos estructurales que limitan su potencial de crecimiento, como la baja inversión, el envejecimiento demográfico, la corrupción y la dependencia de los mercados externos. Además, el conflicto con Ucrania ha generado sanciones económicas por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, que han afectado al sector financiero y energético ruso.
Ante este escenario, ¿es realista el pronóstico de Putin? ¿Qué medidas debería tomar el gobierno ruso para diversificar su economía y mejorar su competitividad? Estas son algunas de las preguntas ante el anuncio del presidente.
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