El viernes pasado, el mundo se enteró de la muerte del ex primer ministro chino Li Keqiang, quien sufrió un ataque al corazón en Shanghái a los 68 años de edad. Li fue uno de los líderes más influyentes de China en las últimas décadas, pero también uno de los más controvertidos.
El viernes pasado, el mundo se enteró de la muerte del ex primer ministro chino Li Keqiang, quien sufrió un ataque al corazón en Shanghái a los 68 años de edad. Li fue uno de los líderes más influyentes de China en las últimas décadas, pero también uno de los más controvertidos.
Li Keqiang nació en 1955 en la provincia de Anhui, en el este de China. Se graduó en derecho por la Universidad de Pekín. Junto a Xi Jinping formaron parte de la llamada “quinta generación” de líderes chinos, que asumió el poder tras la muerte de Mao Zedong y la apertura económica iniciada por Deng Xiaoping.
Li se unió al Partido Comunista Chino (PCCh) y ascendió rápidamente en sus filas. Fue gobernador de la provincia de Henan entre 1998 y 2004, y luego secretario del PCCh en la provincia de Liaoning entre 2004 y 2007. En 2008, fue nombrado viceprimer ministro bajo el mandato de Wen Jiabao, y posteriormente, fue elegido primer ministro por el Congreso Nacional del Pueblo.
Como jefe de gobierno, Li se encargó de supervisar la política económica y social de China. Se le atribuye haber impulsado reformas para reducir la burocracia, mejorar la eficiencia energética, fomentar la innovación y el consumo interno, y combatir la pobreza y la corrupción. También jugó un papel clave en la respuesta a la crisis financiera mundial de 2008-2009, lanzando un paquete de estímulo fiscal que ayudó a mantener el crecimiento económico de China.
Sin embargo, Li también enfrentó numerosos desafíos durante su gestión. Su autoridad se vio limitada por el creciente poder del presidente Xi Jinping, quien asumió el control de varios comités clave que antes dependían del primer ministro. Li tuvo que lidiar con el aumento de la deuda pública y privada, el exceso de capacidad industrial, la desaceleración del crecimiento económico, las tensiones comerciales con Estados Unidos, entre otras problemáticas.
Además, Li fue criticado por algunos sectores dentro y fuera de China por su falta de liderazgo político y su escasa visión estratégica. Se le acusó de ser demasiado pragmático y tecnocrático, y de no defender los intereses nacionales de China frente a las presiones internacionales.
El nombramiento de Li Qiang como su sucesor en marzo de este año fue visto como una señal de que Xi quería consolidar su control sobre el gobierno y alejarse de la agenda reformista de Li Keqiang. Li Qiang es un aliado cercano de Xi y un defensor del modelo económico basado en el papel dirigente del Estado y del PCCh. Su ascenso indica que China seguirá fortaleciendo su control sobre los sectores clave de la economía y reforzando su posición en el escenario internacional.
La muerte de Li Keqiang marca el fin de una era en la política china. Aunque no fue un líder carismático ni popular, Li dejó una huella importante en la historia económica y social del país. Su legado será evaluado con el tiempo, pero lo que es seguro es que su fallecimiento abre una nueva etapa en la que Xi Jinping tendrá aún más poder e influencia sobre el destino de China.
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