La violencia policial contra la población afrodescendiente en Brasil es una realidad que no puede ser ignorada ni tolerada. El informe “La bala no erra al negro” revela datos alarmantes sobre el aumento de las muertes de personas negras por intervenciones policiales, especialmente en los estados de Bahía y Río de Janeiro, donde se concentra el 66% de los casos.
Estos datos evidencian el racismo estructural que impregna las instituciones de seguridad pública y que se traduce en una política de exterminio de la población negra, que representa más del 50% de la población brasileña.
El informe muestra que en 2022, una persona afrodescendiente murió cada cuatro horas como resultado de acciones policiales, y que el 87% de las víctimas eran negras. Estas cifras son inaceptables en un país que se dice democrático y diverso, y que tiene una deuda histórica con los afrodescendientes.
La violencia policial no sólo afecta a los derechos humanos de las personas negras, sino que también genera un clima de miedo e inseguridad en las comunidades donde viven, que suelen ser las más pobres y vulnerables.
Es urgente que el Gobierno tome medidas efectivas para combatir la violencia policial y garantizar la protección de la vida y la dignidad de la población afrodescendiente. No basta con anunciar operaciones militares en puertos y aeropuertos, que pueden aumentar aún más la represión y la criminalización de los jóvenes afrodescendientes. Se necesita una reforma profunda del sistema de seguridad pública, que incluya la capacitación y el control de los agentes policiales, el fin de la impunidad, la desmilitarización de las policías, la participación social y el respeto a los derechos humanos.
La sociedad civil también tiene un papel fundamental en la denuncia y el combate al racismo y a la violencia policial. Es necesario crear redes de solidaridad y apoyo a las familias y a las organizaciones de las víctimas, así como exigir justicia y reparación. También es importante generar conciencia y movilización social para enfrentar el discurso de odio y el prejuicio que legitiman la violencia contra las personas negras. La lucha contra el racismo es una lucha por la democracia, la paz y la justicia social.
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