
¡Saludos cordiales desde Macondo para la Cumbre de Biodiversidad COP16 en Cali, Colombia!
Que el espíritu de realismo mágico impregne este encuentro crucial para la protección de nuestro planeta.
Imaginemos un futuro donde las mariposas amarillas revolotean en cielos limpios, donde los ríos cristalinos serpentean por exuberantes bosques y donde la fauna y la flora conviven en armonía.
Que las aguas del río Magdalena, como las lágrimas de Remedios la Bella, nos inspiren a defender la riqueza natural de nuestro continente.
Que la sabiduría ancestral de los pueblos indígenas nos guíe en la búsqueda de soluciones sostenibles.
Que la magia de Macondo nos contagie de esperanza y nos impulse a actuar con determinación.
Juntos, podemos tejer un nuevo destino para la Tierra, un destino donde la biodiversidad florezca y la vida prospere en abundancia.
¡Bienvenidos a Cali, corazón de la biodiversidad!
Que la COP16 sea un canto a la vida y un compromiso por un futuro verde.
¡Macondo está con ustedes!
Un Canto al Valle del Cocora:
Un Llamado a la Acción
Desde el corazón del Quindío, tierra de los Kindos y guerreros Quimbayas, llega un canto desesperado, un llamado a la acción. Y mi voz se alza hoy en la Cumbre de la COP16.
Oh, Valle del Cocora, cuna de palmas marchitas, tu belleza agonizante nos llena de dolor. Las aves que antes cantaban con alegría, Ahora gritan desesperadas, sin nido ni hogar.
Bribones del capitalismo, con su avaricia ciega, Han talado los árboles, profanando tu santuario. La tierra, nuestra casa común, clama por auxilio, herida de muerte, como la Amazonía agonizante.
No podemos quedarnos de brazos cruzados, Mientras la naturaleza se desangra ante nuestros ojos. Es hora de actuar, de unir nuestras voces en un coro, Y defender con fervor este planeta que nos cobija.
Salvémos el Valle del Cocora, un tesoro invaluable, Protejamos la Amazonía, pulmón verde del mundo.
Juntos podemos revertir este destino sombrío, Y construir un futuro sostenible, donde la vida florezca.
Que nuestras palabras sean semillas de esperanza, Que germinen en acciones concretas y duraderas. Honremos a nuestros ancestros, guardianes de la tierra, Y dejemos a las generaciones venideras un legado de vida.
Unámonos en este canto, un canto por la vida, Un canto por la tierra, un canto por la esperanza. ¡Salvemos el planeta, salvemos nuestro futuro!
En la espiral cósmica de la Tierra
En este oasis cósmico, la Tierra, donde la vida brota en un torrente de verde, donde criaturas de mil formas se mueven y cantan, donde la humanidad alza su voz, resonamos un llamado urgente.
¡Gobernantes del globo terráqueo, detengan su danza de avaricia y maldad! Despójense, aunque sea por un instante, de la venda del egoísmo que nubla sus ojos.
Escuchen el clamor de la Tierra, un lamento que emana de sus bosques talados, sus mares contaminados, sus especies en peligro. Un clamor que se hace eco en los vientres de las mujeres, anhelando un futuro próspero para sus hijos.
Hagamos de este planeta un santuario de vida, donde cada ser nazca bajo el manto sagrado de la esperanza. Que cada niño abra sus ojos a un mundo inundado de amor, paz, alimento y cobijo.
Convertir este sueño en realidad es nuestra responsabilidad.
Unámonos en esta espiral cósmica, donde la Tierra, fuente de sabiduría ancestral, nos guía hacia un futuro armonioso.
Un futuro donde la avaricia y la maldad sean solo un mal recuerdo.
Un futuro donde la Tierra sea un hogar próspero para todos sus hijos.
Un futuro donde la esperanza brille con la intensidad de mil soles.
Entre Opulencia y Miseria:
En un edén de opulencia, donde la riqueza se alza como un faro cegador, se esconde una cruda realidad: la sombra de los desastres naturales y las enfermedades contagiosas acecha sin piedad. Un contraste lacerante, una danza macabra entre la abundancia y la desolación.
Unos pocos, elegidos por el azar o la fortuna, viven en palacios de cristal, ajenos al clamor del pueblo que sufre. Sus manos, manchadas con la miseria de los más desfavorecidos, tejen una red de opresión y desigualdad.
La vida, en este paraíso retorcido, se presenta como una moneda de dos caras: tan hermosa como demoledora. El agua, fuente de vida, puede ser tan pura como contaminada, reflejando la dualidad que impera en este mundo. La noche, manto de estrellas y sueños, también puede ser gélida y hostil, como los corazones de aquellos que se aferran al odio y la segregación.
Las clases sociales se erigen como muros infranqueables, dividiendo a la humanidad en compartimentos de privilegio y desdicha. Una economía que, lejos de servir al bienestar común, nos convierte en esclavos de un sistema consumista que devora nuestra esencia.
En este panorama desolador, una pregunta resuena con fuerza: ¿hasta cuándo la opulencia de unos pocos seguirá alimentándose de la miseria de muchos? ¿Hasta cuándo viviremos en este paraíso de mentiras, donde la belleza se mancha con la sangre de la injusticia?
Es hora de despertar de este sueño perverso y construir un mundo nuevo, donde la equidad y la solidaridad sean los pilares fundamentales. Un mundo donde la vida sea un canto a la esperanza, no un lamento a la desesperación.
Un mundo donde la riqueza no signifique opresión, sino la oportunidad de construir un futuro mejor para todos.
Unámonos en la lucha por un mundo más justo, donde la opulencia no sea sinónimo de miseria, y la belleza no se vea empañada por el dolor. Un mundo donde la vida sea, en verdad, un paraíso para todos.
Muchos son los pechos maternos, que ya no pueden amamantar. Millones de niños con ojos llenos de vacío, buscan un sustento que ya no puede encontrar.
Las semillas, antes fértiles, ahora son estériles, la tierra, árida y reseca, no da fruto ni flor. Solo van quedando las cloacas, como fuentes de pestilencia.
Hoy las raíces arrancadas, de la tierra polvorienta, un planeta agonizante, bajo la llama ardiente. Desafortunadamente, como hienas hambrientas, nos devoramos entre nosotros, en un círculo vicioso, de destrucción y dolor.
Miles de pajaritos sin alas, que ya no pueden volar, los cielos opacos y grises, donde no hay sol que brillar.
Un canto de lamento, se eleva en la brisa, un ruego desesperado, por una vida que se está extinguiendo.
¡Oh, humanidad perdida! ¿En qué te has convertido?, estás destruyendo tu hogar, tu paraíso. La tierra, antes tan bella, ahora solo va quedando un gigante baldío, va siendo un reflejo de tu alma, marchita y sin brío.
Aún es tiempo de despertar, de abrir los ojos ciegos, de escuchar el lamento, de los pajaritos sin cantos. De sembrar nuevas semillas, de regar la tierra seca, de construir un nuevo futuro, donde la esperanza se despierte.
Señores gobernantes, dejen de lado el avatar, es hora de tocar la tierra con manos generosas, sintiendo la vida que palpita, en cada grano de arena. Respiremos el poco aire puro, que aún queda en la atmósfera, Y escuchen el canto del viento, que trae consigo la esperanza.
Quizás, solo quizás, podamos volver a soñar, En un mundo verde y floreciente, donde la paz pueda reinar. Donde los niños sonrían, y los pajaritos canten, Y la tierra, nuestro hogar, vuelva a brillar.
Una nota de cristal de: Jhon Jairo Salinas, Estudiante de Derecho/ Universidad La Gran Colombia/Armenia Quindío.
Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción