El humor negro y una sociedad “políticamente correcta”

Dentro de la comprensión del humor negro como mecanismo que expone directamente aquellos temas socialmente reprimidos y que de alguna forma nos muestra el reflejo de una sociedad llena de incongruencias y conflictos que superan la veneración por lo “políticamente correcto”. Nos encontramos con el conflicto de los límites de la libertad de expresión y de la inmoralidad, que generan incomodidad en sectores de la población que considera que el tipo de humor mostrado en programas, canales, y diferentes espacios, debería ser sancionado, limitado o prohibido. Mi opinión sumamente concreta sobre este caso es que es una pérdida de tiempo pasársela en la discusión acerca de las características morales o éticas del “chiste”, tiempo que más bien debería ocuparse expresando rechazo acerca de las condiciones sociales que permiten el surgimiento de aquello que es objeto del chiste categorizado como humor negro. Por la sencilla razón de que no habría chistes sobre el racismo si no existiera el racismo, y la cesura de estos y más tipos de humor negro no van a impedir, ni mucho menos frenar, los problemas estructurales de una sociedad enferma.


Si nos ponemos a hablar de la libertad de expresión, esta “permite escuchar la diversidad de expresiones, opiniones e inconformidades que enriquecen la democracia, el pluralismo y la participación, pilares esenciales del Estado constitucional.” (Extractos Sentencia SU-420 de 2019 y T-275 de 2021 de la Corte Constitucional). Por lo tanto, es un derecho que contempla la libre expresión de opiniones o críticas sociales, sin importar características o juicios morales subjetivos acerca del contenido de estas, por lo que claramente el intento fútil de censurar los chistes de un programa humorístico, o excluir ese tipo de humor dentro del “orden social”, es sumamente ridículo y banal basándonos en la constitución misma.


Para reforzar el punto anterior me voy a remitir a otra cita del mismo extracto de la corte constitucional: “Sobre la protección de estas libertades se ha establecido como premisa la imposibilidad de censurar el pensamiento y la opinión, lo cual implica que no es factible prohibirlo aun cuando la idea expresada sea molesta, equivocada, provocadora, revolucionaria o inmoral, siempre y cuando no impidiera grave y directamente el ejercicio de los derechos ajenos.” En el caso que nos compete, los chistes que podrían parecer inapropiados o demasiado pesados para algunas personas, ya sea por la diferencia generacional, o las diferencias subjetivas entre el deber ser y lo impropio, por más polémicos que sean, no pueden ser censuradas… la censura es un mecanismo famoso de las dictaduras no solo en Latinoamérica sino alrededor del globo.


A propósito de la censura, es un tema bastante importante en el caso, porque está disfrazada de salvadora, de homogeneizadora de la población, del orden público, pero es resultado de un juicio, sobre lo que es censurable o no, o lo que es inmoral o no, ético o no, y ¿Quién tiene la autoridad para decidir tal cosa? ¿Dios? Si en una sociedad existe la censura quiere decir que existe quien o quienes se auto adjudican la autoridad moral para decidir qué se debe permitir ver o expresar y que no, y ningún ser humano tiene tal autoridad por naturaleza, solo podría venir del ego o del ansia de poder enfermiza. Es esencial que en una sociedad existan normas de conducta que nos garanticen nuestra seguridad y la de los demás, pero eso no quiere decir que solo hay exclusivamente opiniones buenas y malas, correctas o incorrectas… chistes buenos o malos. Solo una confrontación con aquello que se encuentra latente en las profundidades de nuestra puritana sociedad. No se necesita ser un monaguillo para saber que el racismo es un pensamiento retrograda que invalida la misma humanidad, pero si es necesario reconocer que el racismo no solo se mantiene al día de hoy, sino que se ha modernizado, y es esa falla sistemática la que el chiste señala.


Así funciona el humor, es un mecanismo, una catarsis que permite mostrar todo lo que está mal en el país, en las personas, en el mundo, y no deprimirse con ello, sino más bien reírse del sin sentido de la extrema violencia y la inseguridad, al menos así se trae a colación el tema, nos hace consientes de las falencias de nuestra cultura colombiana, de las falencias del estado mismo…


A veces es más fácil entender los argumentos o las ideas en forma de metáforas o ejemplos, y en este caso, pensemos que pasaría si le pusieras cadenas al humor, a la opinión, a las visiones autónomas y personales de cada ser humano… “tienes que callar algunas de tus opiniones porque son inmorales”. Si todas las opiniones salieran a la luz únicamente después de pasar un filtro y unas condiciones, entonces no serían opiniones, serian simples afirmaciones aceptadas socialmente, carentes de valor y de contenido, como las que expresan los que defienden la censura. La muerte de la libertad de expresión, y en este caso del humor negro, es tan solo el inicio para la destrucción total de la poca democracia que tenemos, y claro soy consciente de que hay personas con opiniones nefastas, pero me gustaría remontarme a una frase de Wilde “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho para quedar en ridículo”, y es tan cierto, que aburrido sería un mundo sin posiciones a refutar, lleno de personas que expresan ideas vacías, que horrible seria quitarle a los colombianos la posibilidad de “papiar” ”peinar” a alguien en una discusión, con lo bien que se siente ridiculizar al ridículo, al pedante, al arrogante. Yo defiendo la variedad de opinión, porque deriva de la variedad de personalidades, de personalidades, de pasados e historias, de seres humanos.

Una nota de cristal de: José Gabriel Salazar, Diseñador de medios interactivos en formación.

Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción

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