
Con el auge de plataformas de streaming, el cine de a poco se ha incorporado más íntimamente en la cultura de consumo cotidiano de las personas y las familias a nivel global. Estas prestan la posibilidad de tomar un alto control por parte del consumidor o el cinéfilo en cuanto al momento de cómo, dónde y en qué instante instalarse a ver lo más cómodamente posible aquella película que, en su libre elección e intención, escoja. Sumado a no limitarse a tener que consumir únicamente lo que su región comercial de la televisión por cable le ofrecía, sino que, con el mismo internet, las posibilidades se amplían con relación al número de elecciones de, incluso, el pulimento de gustos personales.
Frente a esto, este tipo de comodidades no solo han sido prestas en el modelo de llevar el cine a la gente, sino que, de igual forma, al haber un mayor consumo de material filmográfico, las productoras deben constantemente generar contenidos como series y películas para poder cubrir la creciente demanda de aquellas personas que hacen uso de su suscripción de manera constante o diariamente. De cara a esto, ha significado que la velocidad en los tiempos de entrega y de producción ha sido un valor totalmente prioritario a la hora de lograr competir entre plataformas de películas y cine; mas esto ha motivado dos resultados diferentes que llevan a una misma síntesis: tanto los productores, por la aceleración de los tiempos de realización, como también por el consumidor, por la frecuencia del uso de estas, han generado que la predicción de la trama y la narrativa de las cintas sea un fenómeno altamente notable en la última era.
Con esto que se señala, el primer punto a observar y entender es que la industria cinematográfica ahora compite en sí misma con diferentes modelos de cine y de proyección de películas, lo que hace que se tenga en consideración que la competencia por aquellas visualizaciones expectantes de ver contenido sea alta. Lo otro, muy posiblemente, es el resultado directo en el consumidor común que puede ahora tener acceso a consumir miles de horas de contenido sin ninguna restricción, si no más que su propio tiempo libre. Esto genera en el mismo una considerable habilidad para (de manera inferencial o, en casos, deductiva) poder intuir y predecir aquellos argumentos cinematográficos que pobremente los productores han logrado construir. En este punto, generacionalmente, actualmente se encuentra un puñado de productoras (principalmente norteamericanas) carentes de espacio creativo y, por otro lado, un cinéfilo más hábil a la hora de prever qué va a suceder de cara a la promesa de valor de sorprender al mismo.
Compartiendo lo anteriormente dicho, el cine también puede revisarse como un producto que, en bastas ocasiones, se ha vuelto de fácil asimilación para quien lo ve. Esto además pensado en que son principalmente los jóvenes, aquella nueva generación que se cimenta en consumirlo desde la comodidad de casa, lo cual hace que se exija una experiencia de holgura y confort en todo momento. Incluso con ello, para la película o serie en sí. Un ejemplo de esto es cuando revisamos dos franquicias de películas: las del universo de Marvel y, por otro lado, Rápido y Furioso.
Algo que comparten ambos sistemas fílmicos es que utilizan el ecosistema de un universo cinematográfico para con él crear una amplia gama de posibilidades de ejecución. Con esto, se señala que se va involucrando generacionalmente a aquellos que se sienten identificados con aquella propuesta estética y, luego de atraerlos, tratan de retener a los fanáticos que conservan casi que de manera identitaria una afinidad o una filialidad por este tipo de modelo narrativo.
Esto último señalado, sumado al acontecimiento más reciente, permite la creación de un ecosistema de presión social por tener que ser consumista y portar un casi deber moral por pretender ser de los primeros en conocer el contenido de alguna película o franquicia en auge. Haciendo con esto que proyectivamente el fenómeno no tienda a decaer, sino, muy por el contrario, pueda llegar a persistir y, con este, a crear un grupo de cinéfilos bastante habidos en su interpretación e intuición cinematográfica. Pero, por ende, también, los mismos serán una masiva generación que no exigirá al cine mayores complicaciones argumentativas y narratológicas. Consecuentemente, mientras no se considere un poco más flexible la velocidad de procesamiento de las películas y el trabajo detrás de ellas con los equipos, será notable que la mejoría en la calidad narrativa en estas no será algo próximo en sí al tiempo.
En suma a lo anteriormente tratado, no sería nada extraño que el actual cinéfilo solitario y en peligro de extinción que busca de algún tipo de cine que esté relacionado con la exploración de más facetas humanas expuestas en este tipo de arte, tenga entonces que recurrir a filmes de productoras independientes o de países en los que el desarrollo fílmico sea trabajado bajo otro modelo y no meramente el del entretenimiento y el económico. Y esto véase como consecuencia, ya que en la actualidad la industria norteamericana no muestra atisbos de querer cambiar aquel modelo y estructura y, por otra parte, en relación con el consumidor, las nuevas generaciones parece que seguirán buscando un arte complaciente y de consumo rápido, puesto que la velocidad es una premisa presentada de cara a lo que viene y a lo que será su industria por los próximos años.
Una nota de cristal de: Christian Mauricio Ordóñez
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Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción