El sentido del ritmo en la novela Un santo en el infierno

Palabras pronunciadas por el escritor y periodista, director del diario El quindiano, Miguel Ángel Rojas, en el acto de lanzamiento de la novela Un santo en el infierno, de Gonzalo Osorio Toro, en la biblioteca pública de Circasia Quindío.

Recuerdo la primera novela de Gonzalo, Nunca el olvido, que recorre muchos lugares en los departamentos del Tolima y el Quindío. Cuando la leí le dije a Gonzalo, hombre, tu novela la lee uno de una sola sentada máximo dos, después de leer la primera página, uno ya no quiere soltarla, la lee uno en un dos por tres como se dice popularmente. Es Gonzalo un narrador intenso, tiene un ritmo en la narración maravilloso. Uno lee muchas novelas, yo he tenido la fortuna de leerlas, y uno se encuentra con muchas que no las termina o las abandona y las retoma, porque no tienen ritmo. Tiene Gonzalo un ritmo maravilloso; yo sé que, si toman el libro, Un santo en el infierno, y leen el primer párrafo, ya no van a parar de leerlo por ese ritmo que tiene tan maravilloso, por la forma extraordinaria que tiene de narrar Gonzalo. Yo que he escrito tantas cosas, me queda muy difícil escribir de esa forma que atraiga al lector, que lo lleva a que rápidamente se enamore de lo que está leyendo. Esa es una característica de escribir de Gonzalo, y la envidio, se lo he dicho y lo incito a que escriba más, ya que tiene esa capacidad, esa condición de darle ese ritmo a su escritura, de sumergir al lector en su mundo, en el mundo de su novela. Mis ocupaciones me permiten leer después de las doce de la noche, y le dedico a la lectura uno o dos horas diarias, esta novela la leí en dos sentadas porque un párrafo me obligaba a querer saber lo que pasaba en el otro, y un capítulo lo obliga a uno a querer saber lo que pasa en el otro, por lo que ya he dicho, el sentido del ritmo del escritor.

La mayoría de los hechos que Gonzalo narra, ocurrieron en la realidad, son hechos reales, ocurridos en diferentes partes del mundo, todos relacionados con la pederastia, con el abuso de los niños por parte de los curas. En la narración de los hechos de pederastia, hay un tema conductor que los une, el hilo conductor de la novela es lo que le sucede a María de los Milagros, conocida como Mami, en una finca en Santa Rosa de Osos en Antioquia. A la anciana se le aparece en la sartén, al pie de un fogón de leña, san Juan Pablo Segundo, la sartén se le adhiere a su mano y a lo largo de la novela, por muchos esfuerzos que hacen, es imposible separar la sartén, de la mano de la anciana. Este suceso es el hilo conductor de la novela, la aparición de san Juan Pablo Segundo, a las víctimas de pederastia, que fue permitida y silenciada por el papa polaco en la llamada conspiración del silencio. Capítulo tras capítulo se van narrando a través del hilo conductor de las apariciones de San Juan Pablo Segundo, todas las atrocidades cometidas por los curas pederastas en muchos lugares del mundo. A medida que se va narrando, María de los Milagros, aparentemente muerta, en cada capítulo va rejuveneciendo, porque está buscando desde los espacios de la muerte, a su hijo desaparecido por orden del Cardenal López Trujillo, por no haberle querido servir de mujer. Uno de los capítulos más maravillosos es cuando en su trasegar por sacar a San Juan Pablo Segundo del mundo de las llamas, el papa Francisco tiene que visitar el templo del diablo en Quimbaya y el mismo infierno para conversar con el propio diablo, con satanás. A medida que avanza la narración, la anciana va rejuveneciendo. Eso hace que uno siga en la lectura sin descansar, queriendo saber que va a pasar con la anciana, y con San Juan Pablo Segundo, si el papa Francisco podrá sacarlo del infierno donde está pagando su complicidad con los atroces casos de pederastia ante los cuales cerró sus ojos. Sus oídos y su corazón.

No sé si esta novela ha llegado a manos de algún obispo, cardenal o del nuncio, pero creo que Gonzalo está a punto de la excomunión. De verdad les digo que la lectura de Un santo en el infierno es un deleite que se convierte en una denuncia estética de una práctica de terror como es la pederastia, y como dice el autor, no es un ataque a la iglesia, sino a la pederastia dentro de ella y a la complicidad de las altas jerarquías y de la feligresía.

Una nota de cristal de: Miguel Ángel Rojas

Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción

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