El puente de Kerch, que une la península de Crimea con el territorio ruso, ha sido escenario de varios ataques con drones en los últimos meses, que han causado daños en la infraestructura y han interrumpido el tráfico. El último de ellos ocurrió el pasado 22 de julio, cuando un dron presuntamente lanzado por Ucrania impactó contra una sección del puente y provocó un incendio. Según las autoridades rusas, el ataque no causó víctimas ni daños estructurales, pero obligó a suspender temporalmente el tráfico por motivos de seguridad.
Este incidente se suma a otros anteriores, como el del 8 de octubre de 2022, cuando una explosión masiva debajo del puente hizo colapsar una parte de la carretera y dejó tres personas muertas. Rusia acusó a Ucrania de estar detrás de ese sabotaje, que calificó de acto terrorista, y anunció la detención de ocho personas supuestamente implicadas. Ucrania, por su parte, negó su responsabilidad y afirmó que todo lo ilegal debe ser destruido y que todo lo ocupado por Rusia debe ser expulsado.
El puente de Kerch es una obra estratégica para Rusia, que se anexionó ilegalmente Crimea en 2014 tras un referéndum no reconocido por la comunidad internacional. El puente, inaugurado en 2018, tiene una longitud de 19 kilómetros y cuenta con dos secciones: una para el tráfico rodado y otra para el ferroviario.
La comunidad internacional está en alerta ante la escalada de tensión entre Rusia y Ucrania por el conflicto en Crimea y el este ucraniano, donde las fuerzas gubernamentales se enfrentan a los separatistas prorrusos desde 2014. La OTAN ha expresado su apoyo a la soberanía e integridad territorial de Ucrania y ha instado a Rusia a reducir sus tropas en la frontera y a respetar los acuerdos de paz de Minsk. Por su parte, Rusia ha acusado a la OTAN de interferir en sus asuntos internos y ha advertido que defenderá sus intereses nacionales ante cualquier amenaza.
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