Alejandro Nieto loaiza. Dir RJ
En el siglo XXI, la conversación sobre género y masculinidades está en plena ebullición, y el papel del hombre en esta narrativa es objeto de intensos debates y análisis. Mientras la lucha por la igualdad de género avanza, los hombres enfrentan una serie de estigmas y desafíos que a menudo no reciben la misma atención que los problemas de desigualdad que afectan a las mujeres. Es importante abordar estos temas con un enfoque equilibrado, reconociendo tanto los problemas históricos como los nuevos conflictos emergentes.
Históricamente, los hombres han estado asociados con el poder, la autoridad y la opresión. Estos estigmas han moldeado nuestras percepciones sobre la masculinidad y, a menudo, han llevado a una visión reductiva y negativa del rol masculino. El machismo y la dominación patriarcal han influido profundamente en la manera en que se espera que los hombres se comporten, mostrando una rigidez que limita la expresión de emociones y el desarrollo de relaciones equitativas.
Hoy en día, estos estigmas históricos se entrelazan con nuevas tensiones. Por ejemplo, en el ámbito de la igualdad de género, los hombres a veces enfrentan acusaciones y críticas que pueden parecer desproporcionadas o injustas. En reuniones sociales, el desacuerdo con una opinión femenina puede ser interpretado como una forma de violencia de género, independientemente de las intenciones o el contexto. Esto puede llevar a una sensación de que las voces masculinas están siendo silenciadas o no valoradas en debates importantes.
El tema del aborto es un punto de fricción significativo. Aunque los hombres pueden tener opiniones firmes al respecto, su capacidad de influir en la decisión final de una mujer a menudo se percibe como limitada. Es crucial reconocer que, aunque un hombre es parcialmente responsable del embarazo y debe asumir su responsabilidad, la decisión sobre si continuar o no con el embarazo recae en la mujer. Si la decisión es tener al bebé, el hombre, aunque no lo desee, debe asumir su responsabilidad. Por otro lado, si el hombre desea tener al bebé, pero la mujer decide no continuar con el embarazo, su opinión no prevalece en la decisión final. Incluso si el hombre quiere tener al bebé y la mujer decide abortar, él debe apoyar esta decisión para no ser visto negativamente. De igual manera, si él solicitara el aborto, también podría ser percibido de manera negativa.
Además, comentarios en espacios sociales, como “el mundo sería mejor sin los hombres” o “los hombres no son gente”, reflejan una hostilidad que puede resultar dolorosa y desalentadora. Estos comentarios, aunque a menudo hechos en tono humorístico o sarcástico, perpetúan una visión negativa del masculino que contribuye a una cultura de desconfianza y antagonismo.
Es crucial reconocer que la búsqueda de igualdad de género no debe traducirse en una demonización de los hombres. El machismo y la desigualdad de género son problemas que afectan a todos, y la solución reside en una comprensión más matizada de las dinámicas de poder y en la promoción de un diálogo inclusivo. Los hombres, como cualquier otro grupo, deben ser parte activa de esta conversación, trabajando juntos para desmantelar los estigmas antiguos y construir una sociedad en la que todos puedan expresar sus opiniones y emociones sin temor al rechazo o a la marginalización.
En última instancia, el desafío para los hombres en el siglo XXI es encontrar un equilibrio entre reconocer y rectificar los errores del pasado y adaptarse a las nuevas expectativas y realidades sociales. Este proceso requiere empatía, apertura y un compromiso genuino con la igualdad y la justicia para todos. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad en la que todos, independientemente de su género, puedan vivir con dignidad y respeto.
Una nota de cristal de: Alejandro Nieto Loaiza, Administrador de empresas en formación. Dir RJ
Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción
Amén hermano, gracias por este artículo. Ya mismo compartiéndolo en mi Facebook.