LA ESTÚPIDA FERIA DE MANIZALES – Gonzalo Osorio Toro | Revista Juventud

 


En el año 2014 le escribí al papa Francisco, preguntándole por qué la virgen de la Macarena protege los toreros, y por qué la iglesia con sus capellanes participa de estos festejos. La respuesta del secretario de estado del Vaticano fue patética, “El papa ha recibido su mensaje, y le pide que ore por él”.

Creo
entender la respuesta del papa, es decir no tienen una respuesta, porque ni la
iglesia ni la virgen pueden proteger un espectáculo que desprecia la vida y ama
el asesinato de seres vivos, mientras una bandola de desquiciados enfermos
mentales disfruta con esa tortura y asesinato en medio de la borrachera, y casi
orinándose en los calzones.


Mi
distancia sideral con una iglesia pederasta, medieval y de tinieblas, creció
ayer, cuando vi curas como bufones, desfilando en la procesión de la virgen de
la Macarena, en una procesión digna del siglo XI, no del siglo XXI.


Como
diría Luis Carlos López, “una caterva de vencejos” desfilando por las
principales calles de una fría ciudad cuyos habitantes se creen descendientes
de los reyes católicos. La estúpida feria de Manizales, no pasa de ser una
manízalada. Mujeres emulas de Juana la loca, y tartufos que se creen caídos de
las gónadas del bufón Calabacillas, el bobo de Coria.
En el
mejor de los casos, los manizalados amantes de las vesánicas corridas de toros,
son caricaturas de Don Guido, el personaje de Joan Manuel Serrat.


El
colmo del emburramiento y la desculturización es el desfile de las carretas del
rocío, con mujeres disfrazadas de manolas como si se tratara del treinta y uno
de octubre, creyéndose mujeres andaluzas, sintiéndose en las faldudas y frías
calles de Manizales, como en la lejana Sevilla.


Creo
creer que lo hacen porque creen que Colombia no tiene personajes dignos de ser
exaltados o costumbres ancestrales, como las chapoleras, las andariegas, o sus
propios fundadores, de carriel y alpargata.


Disfrazados
de sevillanos, ensucian sus calles como si fueran una villa española, las
engalanan con guirnaldas y con banderas de papel crespón, y como en la canción
de Serrat, “El noble y el villano / el prohombre y el gusano / bailan y se dan
la mano / sin importarles la facha” para al final de la fiesta, empapados en
alcohol, volver el rico a su riqueza y el pobre a su pobreza, y mandar sus
miserias a dormir.


Triste
caricatura, tristes pinturas desteñidas de una triste ciudad donde muchos de
sus habitantes no pueden concebir, que descienden de etnias indígenas, que su
símbolo debiera ser el poporo Quimbaya, y que, en vez de carretas del rocío,
debieran desfilar en honor a los fundadores que, a punta de mula, y alpargata
colonizaron, esa hermosa tierra. 
Estos
manizalados, confunden un torbellino con un remolino, un bunde con un duende y
creen que un bambuco es un bejuco.


Las
mejores fiestas de Colombia hacen alusión a su identidad, y no a una fiesta
cruel y de enfermos mentales como son las corridas de toros. Las fiestas del Tolima
grande, son las fiestas del folclor y del bambuco, el carnaval de Barranquilla
y el negros y blancos en Pasto, son un canto a su propia identidad, las fiestas
de Armenia con su desfile del yipao, y el de la familia Castañeda son una
alegoría a la arriería y al esfuerzo de la colonización antioqueña, es una
fiesta de nuestra identidad. Eso no lo entienden los manizalados, que no
conciben que sus ancestros usaron alpargatas, y mucho antes, fueron indígenas
jetones y de taparrabo como nosotros. 
La
iglesia que dice defender la vida, tiene la obligación de apartarse, de la
estúpida procesión de la Macarena y prohibir las capellanías en las plazas de
toros.


La
iglesia que maneja las comunicaciones celestiales, tiene que pedirle a la
virgen de la Macarena, que permita que los toros, en su legítima defensa, icen
por los aires y ensastados, a todos aquellos sicarios de espada de acero
toledano, que por millonarios contratos al igual que cualquier sicario,
asesinan por dinero. Y que la desgracia caiga sobre aquellos innobles hombres
que patrocinan y asisten, a la mal llamada fiesta taurina.


Espero
que de una vez y para siempre, los manizaleños de bien, que son más que los
manizalados enfermos mentales, hagan sentir su voz, y construyan una fiesta
sana, y que de verdad refleje su cultura, para sacar a su ciudad de una vez a
para siempre, del atraso medieval.


Una
nota de cristal de: Gonzalo Osorio Toro.












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3 thoughts on “LA ESTÚPIDA FERIA DE MANIZALES – Gonzalo Osorio Toro | Revista Juventud

  1. No entiendo al autor de tan desgraciada nota porque nos maltrata tan feo, a los Manizaleños por el simple hecho de disfrutar de una hermandad que tenemos con Sevilla y Andalucía. Nuestras ferias son las Mejores de América Latina no porque tengamos corridas de toros sino porque nuestra feria está llena de colorido, música, festividades culturales que entretienen a un pueblo necesitado de festejo. No entiendo porque el odio del columnista hacia Manizales, ciudad de donde es oriunda doña Olivia, su señora madre y quien de niño lo llevaba a corridas, desfiles, etc. los Manizaleños exigimos se nos respete.

  2. El autor tiene toda la razón y al que le caiga el guste que se lo chante. Esta es una fiesta que no es más que una imitación barata de la decadencia española. Vaya a una buena fiesta y a un buen carnaval con identidad donde se celebre la vida con autenticidad y no esta pachanga cuasiparaca..le falto al autor mensionar las tales cabalgatas…que alguien diga la verdad no importa de donde venga.

  3. Este señor Gonzalo lo que quiere es que la feria de Manizales sea una imitación tardía de las fiestas de Quindío o en lugar de feria hacer un festival del bambuco. Que ignorancia la que exhibe en su texto con las alusiones imprecisas a la corrida de toros. El hecho que usted ignore de que se trata la corrida no significa que pueda salir a maltratar en su libelo a los aficionados que claramente por arraigo, no por remedo, han apropiado culturalmente la tauromaquia como factor identitario de los manizaleños. Cuando usted entienda la forma particular en que Manizales ha llevado a cabo su feria taurina, el impacto ecosistémico de los toros que se crian en las afueras de Manizales, el desarrollo de un proceso de formación de público para salvaguardar esa tradición heredada, quizás se ponga en evidencia su torpeza.

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