La libertad de expresión versus la censura: un dilema ético y social

“Si la libertad significa algo, es el derecho de decirle a la gente lo que no quiere oír” . Con esta frase, el escritor británico George Orwell resumió la esencia de la libertad de expresión, uno de los derechos fundamentales que garantiza la Constitución Política de Colombia en su artículo 20, que dice: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura” .

Sin embargo, ¿qué significa realmente la libertad de expresión? ¿Qué implica su ejercicio? ¿Qué límites y responsabilidades tiene? ¿Qué papel juega la censura en este contexto? Estas son algunas de las preguntas que se plantean en el debate sobre la comunicación humana, un debate complejo y polémico que involucra aspectos éticos, sociales, políticos, jurídicos y culturales.

La libertad de expresión es la capacidad de las personas de manifestar sus opiniones, ideas, creencias e información sin temor a represalias, censura o sanciones legales. Es un derecho que permite el desarrollo de la personalidad, la participación ciudadana, la diversidad, la democracia y el conocimiento. Y así como lo dijo el filósofo francés Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo” . Frase que refleja el respeto por el pluralismo y la tolerancia que debe caracterizar a una sociedad democrática y que tanta falta le hace a Colombia 🇨🇴.

Pero la libertad de expresión no es un derecho absoluto ni ilimitado. También implica una responsabilidad social y ética de quienes la ejercen, de respetar los derechos y la dignidad de los demás, de no incitar al odio, la violencia, la discriminación o la desinformación, de verificar la veracidad y la relevancia de lo que se comunica, y de rectificar cuando se comete un error. Según el informe de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) del año 2019, en Colombia se presentaron 66 casos de acoso judicial contra periodistas, lo que evidencia la falta de garantías para el ejercicio de este derecho . Además, el mismo informe señala que el uso de la pauta publicitaria como mecanismo de presión y censura es una práctica recurrente en el país. Y no solo esto, el estado Colombiano se ha encargado de que esa pauta publicitaria solo la reciban los grandes medios hegemónicos del país, dejado de lado los medios independientes de lado, lo que aumenta la brecha de desigualdad y censura.

La censura es la supresión o eliminación de cualquier cosa que se considere objetable, ofensiva o peligrosa por parte de una autoridad o un grupo de poder. Es una forma de violencia que atenta contra la libertad de expresión y contra la diversidad de pensamiento, cultura y expresión. El escritor estadounidense Ray Bradbury dijo: “No tienes que quemar libros para destruir una cultura. Solo tienes que hacer que la gente deje de leerlos” . Esta frase ilustra el efecto devastador de la censura sobre la memoria y la identidad colectivas.(La quema de los centros de memoria histórica en Colombia no son un caso fortuito, todo tiene una oscura razón de ser por parte del estado).

Pero la censura no es solo una acción externa que se impone desde arriba. También puede ser una actitud interna que se asume desde abajo, cuando se autocensura lo que se piensa o se dice por miedo, por conveniencia, por ignorancia o por conformismo. Como lo dijo el escritor colombiano Gabriel García Márquez: “La peor forma de censura es la que se ejerce en nombre de la libertad” . Esta frase muestra la contradicción y la hipocresía de quienes usan la libertad de expresión como excusa para silenciar o descalificar a los demás.

Entre la libertad de expresión y la censura hay un espacio de tensión y de negociación, donde se definen los límites, las responsabilidades y las consecuencias de la comunicación humana. No hay una respuesta única ni definitiva a este dilema, sino que depende del contexto, del propósito, del público y del medio en que se expresa. Lo importante es que seamos conscientes de la importancia de este derecho y de la responsabilidad que implica, y que lo ejerzamos con respeto, criterio y conciencia.

Una nota de cristal de: Alejandro Nieto Loaiza, Administrador de empresas en formación, Director Revista Juventud

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