LA NOCHE TRISTE DE CACEROLINA LAGAÑÍN – Gonzalo Osorio Toro

Doña Cacerolina Lagañín había nacido mucho antes, pero la bautizó Pablo Neruda a mediados de septiembre de 1973, cuando desolada y triste, marchó agitando ollas, en contra del presidente Salvador Allende. El bautismo, fue un retrato genial de la angustia de doña Cacerolina, porque Chile tenía un presidente honesto, que simplemente quería un Chile decente, incluyente y mejor.

Cualquier parecido con la realidad, no es coincidencia, hoy cuando los colombianos, tenemos un presidente honesto, que en medio de sus aciertos y equivocaciones, lucha porque Colombia, sea un país para todos, y donde el hijo de María Fernanda Estrato nueve, tenga las mismas oportunidades que el hijo del vendedor de lotería, del pescador del Magdalena, o del recolector de café. Cacerolina Lagañín, una mujer muy cabal, no acepta, que un presidente demócrata, quiera  que con base en las capacidades personales, no por su nivel social, los hijos de todos los colombianos, tengan tengan acceso al conocimiento y al empleo.

Las Cacerolinas y Cacerolinos, colombianos, tuvieron el 20 de junio del 2022, la peor noticia de su vida, mientras que para más de la mitad de los colombianos, fue la mejor. Colombia, después de 200 años de  gobiernos depredadores, corruptos, asesinos y elitistas, por fin eligió un presidente honesto e incluyente, que es la esperanza de la Colombia descamisada, desprotegida, la Colombia sin techo, la de los niños con hambre, de los los rios  de sangre. Al igual que las Cacerolinas Lagañín chilenas, las Cacerolinas y Cacerolinos colombianos, le piden al cristo de los altares, al niño Dios de los colombianos, que les traiga de regalo, un militar golpista, que les regrese la tranquilidad de contar en la cumbre del poder, con un Pinochet, que entierre la esperanza de la Colombia profunda, y les regrese la plenitud del despojo de tierras, la tranquilidad de las masacres, y la alegría del asalto al tesoro público.

La Cacerolina Lagañín, de Pablo Neruda, no tuvo un solo momento de sosiego durante el gobierno popular de Salvador Allende. Así como la Cacerolina nuestra, tampoco ha tenido un momento de tranquilidad, desde su nefasto 20 de junio, y sus únicos ratos de placer, al igual que la Cacerolina de Neruda, los pasa exhibiendo sus tangas de hilos de oro, a su jardinero y su chofer. Así retrató Neruda a su Cacerolina “Volvió a las condes con placer sincero / porque a la vuelta de las cacerolas / pasó a los brazos de su jardinero /gastando bien su tiempo y su dinero”.

El día de la navidad, doña Cacerolina, una mujer muy cabal, incada ante el niño Dios, obligó a todos sus hijos y nietos, a que rezaran la novena, y a una sola voz, le pidieran un militar, con la fortaleza de Pambelé, es decir derribar a otro de un solo golpe. Después de la novena, se armó la francachela y la comilona, la invitada especial, fue la pobre viejecita de Rafael Pombo, Margarita la princesa de Rubén Darío, el griego Pluto, varios nietos de expresidentes, un tal César con ínfulas de emperador, el ratón Miguelito, no  piensen en el delfincito nieto de Turbay,  y  unas cuantas Cicciolinas. Pero la verdadera fiesta la hizo en su alcoba, con su chofer y su jardinero,  tal como lo describe  el nobel chileno, gastando  muy bien su trono y su dinero. “Luego entre suspiros y sostenes / volvió a su poderío y su jardín”.

Una nota de cristal de: Gonzalo Osorio Toro 

 

 

Revista Juventud, Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción.
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