El pasado 6 de abril se conmemoraron 57 años desde la partida de María Cano, una figura icónica en la historia de Colombia y un símbolo de la lucha obrera y los derechos humanos en el país. Nacida el 12 de febrero de 1887 en Amalfi, Antioquia, Cano dejó un legado imborrable que continúa inspirando a generaciones.
Creció en una familia humilde, su infancia estuvo marcada por las dificultades económicas, lo que la llevó a comprender desde temprana edad las injusticias sociales que rodeaban su entorno. Desde joven, Cano mostró un interés innato por la educación y el activismo social. Desafiando las limitaciones impuestas a las mujeres de su época, se destacó como una ferviente defensora de los derechos laborales y la igualdad de género.
Cano se convirtió en un símbolo de la lucha obrera en Colombia, destacándose como líder sindical en la década de 1920. Entre sus logros más destacados se encuentra su participación en la fundación de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), en 1936, donde luchó incansablemente por mejores condiciones laborales y salarios justos para los trabajadores colombianos.
A través de su activismo, Cano inspiró a mujeres y hombres por igual a levantarse contra la opresión y la explotación. Su legado trascendió las barreras de género y clase social, convirtiéndola en un ícono de la lucha por la justicia social en Colombia.
Como pintora autodidacta, Cano plasmó su visión del mundo a través de sus obras, algunas de las cuales incluyen “Retrato de una Familia Campesina” (1925) y “La Huelga” (1937), reflejando su compromiso con la causa obrera y su solidaridad con los más vulnerables. Su compromiso con la justicia social la llevó a enfrentarse a la represión del gobierno de la época, siendo perseguida y encarcelada en varias ocasiones. Sin embargo, su valentía y determinación nunca flaquearon.
María Cano creía firmemente en la emancipación de los trabajadores y en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Su ideología política estaba influenciada por el pensamiento socialista y el sindicalismo revolucionario.
A pesar de las adversidades, Cano encontró fuerzas en su convicción de que otro mundo era posible y que valía la pena luchar por él. Falleció el 6 de abril de 1967, dejando un legado imborrable en la historia de Colombia y un ejemplo de resistencia y lucha por los derechos humanos. Como ella misma dijo: “La lucha es larga, pero la victoria será del pueblo”.
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