La guerra en Ucrania ha puesto a prueba la capacidad de movilización y resistencia de un país que se enfrenta a una agresión externa sin precedentes.
Ucrania ha tenido que defender su soberanía e integridad territorial con un ejército que carecía de recursos, entrenamiento y moral. Tras más de un año de combates, más de 6.000 soldados ucranianos han muerto o resultado heridos, y muchos más están exhaustos por el estrés y el trauma. La necesidad de reemplazar a los caídos o lesionados es crucial para mantener el frente y evitar una derrota.
Sin embargo, no todos los ciudadanos ucranianos están dispuestos a formar parte de este conflicto. Algunos hombres, especialmente los jóvenes, evitan el servicio militar obligatorio por diversos motivos: miedo, desconfianza, indiferencia, oportunismo o desacuerdo con la política del gobierno. Algunos abandonan el país o se esconden para eludir a los oficiales de reclutamiento, que tienen la difícil tarea de llenar las filas del ejército con voluntarios o conscriptos. Las exenciones del servicio se han reducido drásticamente, y solo se conceden por motivos de salud, familiares o profesionales muy justificados. Esto ha generado críticas sobre un sistema que se considera anticuado, injusto e ineficaz. Los oficiales de reclutamiento han sido acusados de usar tácticas corruptas, coercitivas o violentas para presionar a los potenciales reclutas. Algunos casos han llegado a los tribunales o a los medios de comunicación, provocando indignación y protestas.
Ante esta situación, se plantea la cuestión de si la obligación universal de servir en el ejército es adecuada para una guerra moderna y asimétrica. Algunos expertos y políticos abogan por reformar el sistema de reclutamiento y apostar por un ejército profesional, que garantice una mayor eficiencia, disciplina y lealtad. Otros defienden el mantenimiento del servicio obligatorio, como una forma de fomentar el patriotismo, la solidaridad y la responsabilidad cívica. La sociedad ucraniana se encuentra dividida entre el apoyo mayoritario a la causa nacional y el rechazo o la indiferencia hacia la guerra.
La contraofensiva de Ucrania avanza más lentamente de lo esperado, y el país enfrenta desafíos para movilizar y motivar a sus ciudadanos a luchar por su futuro.
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