El Doble Filo del “Feminismo” y el Machismo: la Paradoja de la Igualdad

Isabella Aladino Orozco, Psicóloga en formación
Isabella Aladino Orozco, Psicóloga en formación
Isabella Aladino Orozco, Psicóloga en formación

Nos encontramos en la primera parte del siglo XXI, un siglo que se ha caracterizado por avances significativos que han moldeado la forma en que interactuamos, percibimos y comprendemos el mundo, desde el aumento de movimientos sociales hasta un mayor reconocimiento y aceptación de la diversidad en nuestra sociedad. Sin embargo, a través del tiempo se ha agravado cada vez más el debate del feminismo y el machismo, dos términos vistos como las dos caras opuestas de una moneda, dos fenómenos que suelen perpetuar estereotipos dañinos y en ocasiones quebranta la libertad de hombres y mujeres. 

Si bien el feminismo como movimiento que busca erradicar el machismo y lograr la igualdad de las personas, ha sido fundamental para combatir la opresión que históricamente nos ha damnificado a las mujeres, algunas corrientes del feminismo han adoptado posturas extremas que transmutan su propósito original, entre ellas el odio hacia el hombre y la victimización de nosotras como mujeres.  La misandria se disfraza de feminismo y en lugar de abogar por la igualdad, demoniza a los hombres, los deslegitima  y  genera así una división.  Asimismo el victimismo se disfraza de feminismo, y solo como pasivas y víctimas se nos considera a las mujeres, por ende perpetuar este rol entre mujeres no aporta ningún cambio relevante a nuestra condición, puesto que queremos ser empoderadas, autónomas y vivir libres de cualquier forma de opresión o victimización.

Por otro lado, el machismo, una ideología basada en la creencia de la superioridad de los hombres sobre nosotras las mujeres, promueve prácticas que nos discriminan, oprimen y limitan en función de nuestro género y aunque durante la historia gracias a la lucha de y por la mujer se ha logrado combatir de manera significativa esta violencia, aún se manifiesta de diversas formas en la sociedad, desde la objetivación de nosotras como mujeres hasta la asignación de roles de género.  No obstante, aunque parezca casi imposible de aceptar, también afecta a los hombres, ¿cómo es esto posible? El machismo les ha impuesto expectativas exigiendo que se adhieran a normas de masculinidad tóxica que los limita emocionalmente y casi que los condena, “porque los hombres no lloran y entre hombres todo se tiene que resolver violentamente”.

La persistencia de la postura extrema del feminismo tanto como el machismo tienen dos cosas en común: desigualdad y violencia.  Algo que desde mi visión hace parte de los factores que obstaculizan nuestro progreso a una sociedad más justa, ya que al centrarse en la superioridad de un género sobre otro se debilitan los esfuerzos por lograr una verdadera igualdad de género.  Me pregunto ¿Por qué esa constante necesidad de buscar a qué o quién culpar, acaso no sería mucho más efectivo optar por una posición de rechazo ante el feminismo misándrico que denigra a los hombres y el machismo que nos oprime a las mujeres? En lugar de avanzar hacia soluciones constructivas, nos encontramos atrapados en un ciclo de resentimiento y antagonismo que obstaculiza cualquier posibilidad de progreso real.

Es importante reconocer que pese a tener una capacidad única para el razonamiento, la comunicación y la resolución de problemas como seres humanos, nuestro comportamiento real como individuos a menudo no refleja este potencial, acudimos a la violencia, a la discriminación y asimismo a la desigualdad.  Por ende debemos trabajar en pro de erradicar la discriminación de género en todos los ámbitos y encargarnos de empoderar por igual a los niños y niñas mediante accesos a recursos y oportunidades para combatir desde raíz la violencia de género en todas sus formas, involucrarlos como aliados en la lucha de igualdad de género mediante una masculinidad positiva y no violenta que le dé importancia el respeto hacia las mujeres y que permita crear un ambiente de escucha y tolerancia.  

Como cualquier persona, independientemente de su género puede contribuir a la perpetuación de la desigualdad, cualquier persona independientemente de su edad puede ayudar a combatir la misma.

Una nota de cristal de: Isabella Aladino Orozco, Psicóloga en formación

Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción

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