Lapidación en el Metropolitano

La imagen lapidaria, compartida y aplaudida por muchos colombianos, pero repudiada por organizaciones humanistas, a nivel mundial, no puede ser más deprimente, ni alarmante. Cuando vi esa imagen, no pude dejar de preguntarme qué sustancia narcótica habían consumido los lapidadores que violentaron a esa niña. No me importa quién es la niña, ni cómo se llama, ni quién es su papá; simplemente me pregunto qué le hizo esa niña a esa caterva que quería lapidarla. Vi con tristeza y preocupación a esa niña en lágrimas abandonar el espectáculo que simplemente quería disfrutar, como lo disfrutamos todos, porque unos colombianos de bien, gente decente con hijos que Dios quiera nunca vayan a ser discriminados, ni lapidados por quienes no gusten de sus papás, decidieron que era una criminal que no podía ver un partido de fútbol. viendo esa niña llorar, vi llorar los libros quemados por el inquisidor Alejandro Ordoñez, simplemente porque se creyó el rector de la moral y las buenas costumbres, y le parecía que esos libros iban contra su forma de ver el mundo. Las lágrimas de esa niña saliendo del espectáculo que quería disfrutar, me recordó los miles de hoguerados, simplemente porque los inquisidores creían que esas personas no merecían estar vivas. El desfile de la niña saliendo del estadio, me llevó a las imágenes de miles de judíos desfilando hacia los hornos crematorios, simplemente porque un fanático creía que tenían que ser expulsados de Alemania y morir en un campo de concentración. Alguien dirá que fue simplemente un abucheo, pero no fue así; fue un acto fascista y así empiezan las cosas cuando el fascismo como cualquier droga narcótica empieza a apoderarse del espíritu colectivo, aupado por creencias políticas, y odios ideológicos transmitidos y retransmitidos al mejor estilo de Goebbels en los medios de comunicación, por unos muy cuestionados periodistas, y profundizados en las redes sociales.

Peor que la irracionalidad de quienes en estado de degradación en el estadio Metropolitano de Barranquilla, dejaron de ser humanos, y pasaron a ser los inquisidores apoderados de la solución final de Adolf Eichmann, son aquellos colombianos de bien, gente decente, con hijos, casa y carro, que con la misma alegría que celebraron el triunfo de Colombia contra Brasil, compartieron infinidad de veces, pletóricos, la imagen de la turba que gritaba fuera, fuera, al igual que la turba que gritó alguna vez,  Crucifícale.

No es porque sea la niña que es, sino porque es un ser humano, una niña, una mujer, sin importar quien es su papá, que me duele como colombiano y como humano, el abuso, el mal trato y la lapidación de cualquier ser humano. Repudio lo mismo que repudian los lapidadores del estadio metropolitano de Barranquilla, lo mismo que repudia la gente de bien, el secuestro, el asesinato, el robo, la corrupción, pero también repudio la lapidación de una menor de edad, simplemente porque están en desacuerdo con la forma como su papá ve el país y el mundo. Espero que la voyerista María Jimena Duzán que, mirando por la cerradura de la alcoba de Petro, se preguntó qué tomaba Él en su intimidad, se haga la misma pregunta ¿Cuál es la sustancia preferida por los lapidadores del estadio Metropolitano? o al mejor estilo del muy egregio Fernando Londoño Hoyos, les pregunte, ¿Qué porquerías están fumando?

Termino peguntándole a los lapidadores del Metropolitano, y a los lapidadores de las redes sociales, ¿cuál fue el delito que cometió la niña que expulsaron del estadio y que le impidieron disfrutar del espectáculo, al cual, como cualquiera de nosotros, tenía derecho?

Adenda. Me pregunto por el silencio de las organizaciones sociales, de mujeres, animalistas y ambientalistas, que con justa razón levantan la voz contra el maltrato a la mujer, el maltrato a los animales y la depredación de la naturaleza. El respeto a la  vida, y la dignidad de la vida en todas sus formas, incluye al ser humano.

Una nota de cristal de: Gonzalo Osorio Toro

Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción

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5 thoughts on “Lapidación en el Metropolitano

  1. Nadie más pudo expresar en términos racionales, imparciales y humanos la indignación que el señor Gonzalo Osorio expone.
    Ojalá esta columna fuese publicada en todos los medios escritos de Colombia.
    Un saludo para él desde Rionegro Ant.

  2. Estos escritos pierden totalmente su credibilidad pq el sesgo político ideológico partidista,se nota en el 100% del mismo, lástima porque uno ya ni los lee pq ya sabe de adónde va enfocado.Lo del metropolitano es otra muestra más del FRACASO de este gobierno,q quienes ayudaron a elegir hoy están ARREPENTIDOS;los q aún le creen,son los q hoy salen presurosos a tratar de limpiarle la caquita a su líder.

  3. No se cual o cuales imágenes vio el columnista pero lo yo vi fue a una niña solidaria, altiva, orgullosa de su apellido salirse de un estadio que a “vox populi” manifestaba su inconformidad contra un líder que no ha cumplido lo que prometió en campaña. No escuché ni una voz en contra de la niña. Ella se salió por que quiso, por orgullo, por SOLIDARIDAD.

  4. Estas personas que frenéticamente abuchearon a esta niña en el metropolitano, pisotearon su dignidad de mujer ultrajandola no permitiendo que disfrutara del espectáculo del fútbol.

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