Las nuevas ciudadanías del mundo y en particular las de América Latina reclaman un nuevo contrato social que ponga por encima de todo, la vida en todas sus formas, el medio ambiente y el agua.
No obstante, el Estado, aprovechándose de la legitimidad que le otorga la ciudadanía al suscribirse a ese contrato social, puso, por encima de todo, la acumulación de riqueza para unos cuantos participantes de esa sociedad, sin importarle siquiera los daños que esto podría traer al medio ambiente y a la vida misma.
Las economías capitalistas neoliberales impulsadas por gran parte de los países de América Latina inducen cada día más a las sociedades al consumo, lo que va construyendo una crisis política, social, pero sobre todo una crisis medioambiental, que de no controlarse prontamente podría ser irreversible y acabar con todas las formas de vida.
Poner por el capital por encima de la vida misma, hace que el mundo se torne cada vez mucho más extractivista, esto con el objetivo de ampliar la producción y por ende generar más consumo, y es dentro de otras cosas esa economía extractivista la que le ha causado el mayor daño al medio ambiente.
Guillermo Foladori (2012) afirmó que “El sistema capitalista no produce tomando en consideración la capacidad de los ecosistemas de reproducir las materias primas que le extrae, pero tampoco produce considerando la satisfacción de las necesidades humanas. Produce guiado, exclusivamente, por la ganancia”.
Es por esto que hoy las nuevas ciudadanías del mundo, y especialmente estas de América Latina, les reclaman a sus gobernantes un nuevo contrato social que ponga por encima del capital a la vida en todas sus formas, al medio ambiente y el agua.
Las nuevas ciudadanías hoy son mucho más conscientes del daño que se le hace al medio ambiente, exigen a los gobiernos, cambios estructurales en sus economías, y sus estrategias para la protección de medio ambiente y la vida.
En América Latina se hace urgente una gran convergencia de todos los países que la conforman, para construir un frente amplio que le pongan el pecho a la crisis ambiental y le hablen fuerte a los países del norte que tanto se benefician de explotar los recursos naturales sin la más mínima preocupación de lo que le están haciendo al planeta.
Si bien es cierto que se han intentado implementar algunos correctivos que permitan ayudar con la recuperación del medio ambiente, por ejemplo, los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), por medio de un proyecto denominado “Agenda 2030” y donde además se suscribieron 193 países que conforman la ONU, es claro que las grandes economías capitalistas sé niegan a dejar de reproducir la degradación y destrucción del medio ambiente, ya que esto significaría el cese en el incremento de su capital.
Este nuevo contrato social que plantea poner pon encima de cualquier cosa a la VIDA, no es un capricho de unos cuantos, no hace parte de una ideología o doctrina política ni mucho menos busca el beneficio particular de unos pocos, es el planeta el que está en riesgo junto con todos los que en él habitan, y esto solo se logrará implementar si los más poderosos del mundo, las sociedades y cada uno de nosotros incorpora fundamentos de convivencia, solidaridad, y dignidad para de esta forma construir entre todos un nuevo contrato social para la vida.
#HacerQueBuenasCosasPasen
Revista Juventud, Notas De Cristal Para Una Generación En Construcción.
